Constitución Inconstitucional

Hay una ciudad en el Estado de California, en el Condado de Butle más precisamente, que se denomina Chico. Cuenta con una población de unos 85.000 habitantes y a excepción del parque Bidwell, que es una verdadera belleza de la naturaleza, este pequeño lugar del planeta pasaría absolutamente inadvertido por el mundo entero si no fuera por una Ley local que le da un toque de mucha singularidad.

Resulta que si alguien hiciera explotar un dispositivo nuclear dentro de los límites de esta localidad, tiene que pagar la multa de 500 dólares americanos.

Uno termina preguntándose, en caso de que esto ocurriese, si vuela el pueblo entero y prácticamente se desintegra, ¿Dónde va uno para cumplir con sus obligaciones para con la Ley?

El mundo está empapelado de argumentos jurídicos a modo de normas que lindan entre lo chistoso y lo meridianamente absurdo, lo incumplible y lo desastrosamente ridículo.

Para muestra le regalo estos cuantos ejemplos para arrancarle una sonrisa y también para poder reflexionar sobre la idea principal de estas líneas.

En Singapur por ejemplo, es prohibido mascar o comercializar chicle, en Suiza no se puede ir al baño después de las 10 de la noche, si en Finlandia se le ocurre pedirle al taxista que prenda la radio, pagaría tasas de derechos de autor tan altas que creería que lo están llevando a Júpiter en Limosina, en Italia cuidado se ponga un bikini con unos rollos demás, peor aún morirse en el Parlamento Británico, y si por esas cosas de la vida, está volando por los cielos de Maine, si se baja del avión en pleno vuelo, lo más seguro es que termine en la cárcel.

Y como éstas, son cientos de ejemplos de cómo el ser humano no halla mejor cosa que prohibir antes que educar, y en su afán llega a vetar lo imposible y termina siendo el burdo instrumento de su propia incompetencia.

Los bolivianos no nos quedamos atrás, y somos tan buenos bailando como haciendo leyes, las que terminan siendo una cantidad exorbitante de tinta sobre papel que nadie lee, pero peor aún, nadie cumple.

Hay cientos de leyes que ya han sido aprobadas por la Asamblea Legislativa por ejemplo, pero que no entran nunca en vigencia porque jamás se termina de redactar su reglamento. La mayor parte de las veces esto sucede porque se quiere dar gusto a un sector en su exigencia, pero no el ejercicio de su derecho.

Hacemos leyes con carácter más punitivo que preventivo, como aquellos en contra de la violencia contra mujeres o niños, o esa búsqueda absurda de la cadena perpetua contra los violadores de infantes, pero jamás reparamos en la solución del problema, es como si nos gustara más el castigo que la justicia en sí.

Ni qué decir de las leyes incongruentes o contradictorias entre ellas, de esas nos sobran y para muestra estos simples dos ejemplos.

La Ley de Consumo de Bebidas Alcohólicas prohíbe estricta y explícitamente la ingesta de licores en vía pública, campos deportivos, establecimientos educativos y un largo número de etcéteras, pero entra en directa incoherencia, cuando permite todos esos excesos penados, en fiestas populares quedando en una inaplicabilidad torpe.

Otra discordancia legal se halla por ejemplo en la Ley de Protección de los Animales. Con este precepto jurídico está prohibido matar o causar cualquier tipo de daño o lesión premeditada a un ser vivo, con particular cuidado por los del tipo silvestre. Sin embargo, los sacrificios de llamas, alpacas, gallos, conejos y otros pobres animalitos que son la delicia de brujos, yatiris y demás espiritistas, son degollados en vivo por televisión y con gran alborozo en el año nuevo andino amazónico de reciente creación, y que con este tipo de tradiciones, marcan claramente nuestro cavernario proceder, haciendo uso de una excepción en la regla que se mofa de la Ley en sí misma.

Por su propia naturaleza, por la seriedad que necesita y para que la gente, por lo menos trate de cumplirla, una Ley, jamás debería tener ni la más mínima paradoja o antítesis, de manera que tanto quienes la impongan como quienes la cumplan se sientan en la misma balanza, con los mismos derechos y obligaciones, pero especialmente, la idea clara y específica de que se trata de algo homogéneo y que afecta o beneficia a todos en general y que nadie podrá evadirla, eludirla o incumplirla bajo ningún pretexto.

De todos modos es comprensible que como cualquier norma humana, esta pueda contener fallas o errores de omisión que pueden ser lógicamente subsanados por un estamento que basado en una Ley Suprema, un una regla inapelable, pueda hacer que toda nueva disposición cumpla con todos esos requisitos antes planteados.

¿Pero qué pasa cuando la que se observa por su contradicción o inaplicabilidad es justamente la norma primaria?

Desde que este Gobierno quiso encaminar su proceso de cambio, apostó todas sus fichas en su obra maestra, su adulada, la niña de sus ojos. La nueva Constitución emergida de la Constituyente de Sucre y que fue vilmente manipulada en el extinto Congreso Republicano, nació a la luz plurinacional como el hado bendito al que todos debemos obediencia ciega y cuya sabiduría nos iba a llevar por derroteros de dicha y prosperidad.

Cuando empezaron a aparecer las piedras en el camino del MAS escritas en su propia CPE, como la consulta previa, las áreas protegidas que habían sido invento de los yanquis, y ante todo, los límites para ser elegido, hallaron buscando creo yo, el peor argumento que se les haya podido siquiera ocurrir a los creativos asesores legales del Movimiento al Socialismo.

Ahora resulta que la inconstitucional es la propia Constitución y que los miembros del Tribunal Constitucional deben decirle a la gente que en nuestro querido país, la primera en violar los derechos humanos de sus pobladores es su propia Carta Magna.

Hemos caído realmente bajo, la ambición ya desmedida de don Evo Morales y su séquito está tocando dinteles impensados amparados en que siempre van a salir a defenderlos y apoyarlos un ejército de desinformados, que como mejor respuesta a su tonta solicitud está el pedido a la oposición de un plan de gobierno.

En lo personal creo yo que si el TCP acepta siquiera la solicitud presentada por parte de la bancada del MAS para semejante bodrio jurídico, nos tapamos los ojos, caminamos de la mano al precipicio y que el último apague la luz.

(*) Es paceño, stronguista y liberal