En noviembre de 2016 le pedà a Homero Carvalho que me ayude a hacer un mapa de la literatura boliviana actual; es decir, un panorama de los escritores bolivianos vivos, Departamento por Departamento, y el resultado fue desalentador para el mÃo porque, a la luz de los datos de ese momento, el único que no tenÃa un representante visible era PotosÃ.
Una de las muchas respuestas existentes es la falta de promoción. Los escritores potosinos publican solo para Potosà porque no tienen la oportunidad de exhibir su arte en las ferias nacionales del libro y mucho menos en las internacionales. Por ello, sus trabajos se limitan a su ámbito geográfico y quedan ahÃ, condenados muchas veces al olvido.
Además de las ferias, otra forma de promocionar a los escritores es la publicación de antologÃas. Estas obedecen a un criterio de valoración e inevitablemente están sometidas a una selección subjetiva a cargo del o los antólogos. En otras palabras, prima el gusto de los seleccionadores.
Bolivia tiene ese tipo de selecciones desde 1942, cuando el potosino Saturnino Rodrigo publicó su "AntologÃa de cuentistas bolivianos contemporáneos". La mayorÃa de estas compilaciones incluyen trabajos de escritores potosinos pero, a medida que pasó el tiempo, estos fueron bajando en cantidad hasta prácticamente desaparecer.
En los dos últimos años salieron seis pero solo una tomó en cuenta el criterio regional a la hora de la selección.
Tomando en cuenta que la de Armando Soriano alcanza hasta 1991, la más representativa de los últimos años es la "AntologÃa del cuento boliviano" que la Biblioteca Boliviana del Bicentenario publicó con una selección de Manuel Vargas. En esta solo aparecen dos potosinos, Julio Lucas Jaimes y su hijo Ricardo Jaimes Freyre, en el apartado de fines del siglo XIX y principios del XX. De los vivos no hay ni señas.
Para mi gusto, pues de eso se trata, la antologÃa excluye a figuras inexcusables como Pedro Shimose, Arnaldo Lijerón, Matilde Casazola, Ramón Rocha Monroy, Edmundo Paz Soldán o Renato Prada Oropeza y a firmas jóvenes como las de Wilmer Urrelo y Rodrigo Urquiola.
Si de regiones se trata, Santa Cruz se presenta subvalorada pues solo tiene a cuatro figuras pese a ser, actualmente -entre otras cosas por su innegable peso económico-, el centro de la literatura boliviana.
Como dice Homero, "esta obra se convertirá en un texto de consulta".
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