Jueves 21 de septiembre de 2017
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Ya es costumbre atribuir nuestros males al sistema polÃtico de Occidente basado en la democracia; es decir, en la originada en la antigua Grecia, nuevamente adoptada con la independencia de Estados Unidos y secundada por la Revolución Francesa. Asà se va distorsionando la historia, pues se insiste en que el sistema polÃtico actual en América fue impuesto por los colonizadores. Lo cierto es que el sistema colonial terminó con la independencia y la adopción del modelo republicano. Por otra parte, se juzga el injusto pasado colonial con ojos del presente, pero no se repara en que los pueblos americanos precolombinos también estaban sometidos por monarquÃas absolutas y autoritarias.
Las sociedades cambian constantemente; lo que no cambia, y previsiblemente ya no cambiará, es el objetivo de edificar Estados que protejan los derechos y las libertades de todos los ciudadanos. A propósito, el escritor argentino Alejandro Poli Gonzalvo, dice: "Las verdades que necesitamos están presentes en Occidente y se han extendido hasta constituir la base del progreso de naciones de todas las razas y latitudes. Occidente es oposición a toda forma de absolutismo, dictadura o totalitarismo. Occidente es sinónimo de respeto a la ley y a la propiedad, de libertad e igualdad polÃtica, de división de poderes y de justicia independiente, de defensa irrestricta de los derechos del hombre, de neutralidad moral y religiosa, de investigación cientÃfica, de diversidad cultural y artÃstica" ("Salir del cepo ideológico" La Nación, Buenos Aires, 26.05.2016).