Sin embargo, nunca pensó que toda esa felicidad oculta en el corazón cambiarÃa por completo y pasarÃa por las pruebas más duras que el destino le delegara.
Antes de cumplir los nueve meses de gestación y por problemas con la pareja que la afectaron en demasÃa, el nacimiento se adelantó y la joven mujer tuvo que ser atendida de emergencia, para ello se le practicó una cesárea.
La niña fue llevada a una incubadora, fue en ese momento que se detectó un primer problema, sus pulmones no terminaron de desarrollar, motivo por el cual se hizo todo lo posible por salvarla. Pero, vanos fueron todos los esfuerzos porque la pequeña llegó a la diestra de Dios Padre antes de lo esperado por su madre.
Con la tristeza clavada en el pecho fue dada de alta y en su mente perduraba la idea de tener en sus brazos a su pequeña, con quien se encariñó desde que empezó a sentir sus latidos.
DebÃa ser fuerte para superar ese castigo y asà lo hizo, sin embargo, cuando más intentaba ser fuerte, nuevamente su destino estarÃa escrito con letras negras de frustración, su salud comenzó a decaer, minuto que pasaba era trágico, ya que parecÃa que habÃa comprado un pasaje directo al destino, llamado muerte.
Su situación era crÃtica, habÃa contraÃdo una infección debido a la mala práctica de la cesárea, porque en su organismo se quedó un pedazo de la placenta, situación que prácticamente la tenÃa condenada al "cadalso".
El 25 de agosto la mamá de Karina llevó a un pastor de su iglesia a aquella sala, oró por ella. Hasta ese momento todo parecÃa rutinario, pero se mantenÃa la fe. El mismo dÃa la intervinieron quirúrgicamente para quitarle esos residuos y darle una esperanza de vida.
Mientras tanto, ella estaba postrada en cama y en un estado, como si estarÃa en el "limbo", escuchaba lo que hablaban sus visitas. Ella, pese a todo, se aferraba a la vida porque querÃa seguir viviendo, querÃa tener una oportunidad más para ver el mundo y luchar contra la adversidad.
EL MILAGRO
Llegó el domingo 27 de agosto y algo extraño sucederÃa en aquella sala, recibió la visita de cuatro personas, algo inusual para ese tipo de situaciones, porque consultando al personal de Terapia Intensiva, señaló que todas las personas que ingresan a ese sitio, deben vestir unas batas que se les presta en la antesala de las habitaciones y máximo pueden visitar a los pacientes dos personas y hasta tres, pero solo con la aquiescencia de la familia.
Extrañamente, esas cuatro personas no estaban vestidas con bata, según ella recuerda. Dos eran varones y dos mujeres, una de ellas parecÃa ser de pollera. Rodearon la cama y comenzaron a rezar por ella, la mujer con una verba fluida leyó un versÃculo de la Biblia, que dejaba un mensaje de esperanza y de una segunda oportunidad.
Abrió los ojos, el ser volvió donde debÃa estar y una nueva puerta le permitirÃa establecer el horizonte por el cual tanto se estaba peleando.
A partir de ese momento, su recuperación fue rápida y en pocos dÃas logró ser dada de alta para volver a la vida, con nuevos objetivos, más fortalecida y con ganas de luchar, pero sobre todo de vivir con mayor intensidad.
El personal de salud se vio satisfecho por lo sucedido, ya que si bien en determinados momentos no habÃa aliento para salvarla, se hizo hasta el más mÃnimo esfuerzo para lograr aquel objetivo.
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