"Es muy triste por el suceso y es tal vez el evento más catastrófico que ha tenido Juchitán. (La ciudad) está destruida y donde caminamos está el amigo o el vecino que perdió su hogar. Es muy triste saber que a donde uno va, Juchitán está en ruinas", explicó a Efe Edgar Mario.
Este edificio, otrora insigne en esta ciudad del Istmo de Tehuantepec, en el sureño Estado de Oaxaca, es hoy un triste sÃmbolo del grave impacto que ha tenido en este humilde municipio el sismo de magnitud 8,2 en la escala de Richter.
Según el recuento oficial, en este municipio hay 37 muertos, la mayorÃa aún bajo los escombros, 7.000 viviendas afectadas y miles de personas damnificadas durmiendo a la intemperie.
La zona más afectada es el centro de la ciudad, donde la luz va y viene y el servicio de agua no se ha restablecido.
Para los vecinos, este es un mal menor, pues han pasado las últimas horas sentados frente a sus casas o en un albergue al aire libre que las autoridades han habilitado y donde les ofrecen un colchón para poder descansar.
En estos sitios apenas se habla y se respira tristeza y consternación.
Aunque en las calles esta noche habÃa cierto movimiento de personas, coches y moto taxis, la práctica totalidad de los negocios estaban cerrados tanto en este municipio como en los vecinos Salina Cruz y Tehuantepec, todos ellos a tocar del PacÃfico.
En el centro, el halo general era el de ciudad fantasma, o en estado de sitio.
El sismo provocó que reventaran las ventanas y escaparates de muchos establecimientos, que tampoco han abierto por miedo a saqueos ante la falta de agua y vÃveres.
Afortunadamente, no toda la costa del PacÃfico de Oaxaca se vio afectado de la misma manera por este gran sismo que impactó en más de diez Estados de todo el paÃs y lo sintieron hasta 50 millones de personas.
La localidad de Huatulco y buena parte de la carretera entre este balneario turÃstico y Juchitán, de unos 200 kilómetros, se encontraba en perfectas condiciones.
No obstante, cerca de Juchitán habÃa peligrosos desprendimientos de tierra y grandes rocas en medio de la vÃa, que no impedÃan que camiones y autobuses de pasajeros transitaran por ellas.
Por el contrario, los edificios y viviendas, de cemento, madera o aluminio, construidas al lado del eje carretero no presentaban mayores desperfectos.
"Gracias a Dios, fue el nervio y el miedo, nada más", explicó a Efe Mario Luis, un conductor de taxis de Huatulco que cambió sus rutas habituales para trasladar a periodistas hasta Juchitán de Zaragoza, protagonista involuntaria de este terrible terremoto.
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