El anual Congreso de la Cámara Boliviana de Hidrocarburos y Energía (CBHE), cuya 10ª versión acaba de realizarse en Santa Cruz, me ha dejado algunas lecciones que comparto con mis lectores.
El primer día nos actualizamos sobre la realidad de la industria de los hidrocarburos y de las implicaciones para los mercados de exportación de Bolivia. En una síntesis apretada, hay consenso entre los expertos en considerar que el petróleo no volverá a superar los 60 dólares por barril durante varios años, debido al superávit de oferta del "shale", más allá de lo que haga la OPEC. Esto significa, que Bolivia no debe esperar precios elevados para nuestro gas en los próximos años. En compensación, seguiremos siendo competitivos en la Región con nuestro gas mientras el precio del petróleo se mantenga bajo.
Por su parte, el cambio climático está restringiendo gradualmente la demanda de energías fósiles, sobre todo en la generación eléctrica, donde las energías renovables están disputando espacio al gas. Lo propio pasará, aunque más lentamente, con la gasolina y los coches eléctricos. Para Bolivia el mensaje es claro: ¡Dejen de obsesionarse con los hidrocarburos, miren al futuro y aprovechen sus abundantes recursos renovables!
Finalmente, el ejecutivo de una empresa hizo una "confesión de parte" cuando mostró un complejo plan de austeridad como respuesta a la caída de ingresos. Sin embargo dejó en el aire el despilfarro (a cuenta de "costos recuperables") que hicieron las empresas durante la bonanza petrolera. Un cuento que se parece mucho a lo que pasó en Bolivia y en Tarija, en particular, en los últimos once años.
El segundo día del Congreso fue copado por autoridades del Gobierno para explicar la "reingeniería" de YPFB, con las consabidas expresiones de buenos deseos, eludiendo las dificultades reales del sector. A parte de la defensa de la polémica subida de la tarifa industrial del gas, se conocieron detalles de dos nuevas normas.
Se mencionó el decreto que limita los costos de operación de las empresas operadoras a una franja de costos internacionales. Como ha analizado con claridad Fernando Molina en Ideas de Página Siete (3/9/17), se trata de una buena medida, pero innecesaria, en cuanto desnuda la incapacidad de YPFB de fiscalizar adecuadamente esos costos. Si se aplica bien, afectará las utilidades de las empresas y beneficiará a YPFB, no las regalías ni el IDH.
Seguidamente, se anunció la subasta de bloques exploratorios en Áreas Reservadas para YPFB. Al margen de que se estaría violando el art. 35 de la ley 3058, esa medida es un paso en pro de la transparencia. Mediante esa forma de licitar los contratos (y no negociando a puertas cerradas como se ha hecho en los últimos 11 años), posiblemente se obtendrá mejores condiciones para YPFB. Sin embargo, debido al contexto recesivo de la industria petrolera, es muy difícil imponer a las empresas condiciones leoninas, como que la empresa corra con todo el riesgo y YPFB tenga todos los beneficios. En alguna medida el riesgo debe ser compartido al igual que las utilidades.
En cuanto a la tan cacareada "reingeniería", ¿es una señal de austeridad el anuncio de abrir oficinas de YPFB en cinco países del exterior para promocionar un producto (la urea) que - se dijo - se vendería como pan caliente?
Por último, el ministro Sánchez anunció un plan de producción de bioetanol que duplicará las hectáreas actuales de caña de azúcar, invirtiendo hasta 1600 M$. Si el proyecto se concreta traerá dos consecuencias: el ahorro de gasolinas importadas y el abandono, por parte de Evo, de la demagógica consigna castrista de que "la tierra sólo debe producir alimentos para la gente y no combustibles para las máquinas".
(*) Físico - Twitter: @fzaratti
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