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Hace 50 años nació la parroquia Jesús Obrero, en la ciudad de Oruro. Yo la tengo como mi parroquia madre. Ahà recibà algunos sacramentos de mi vida cristiana, los cuales me ayudaron a tomar mi camino. En esta parroquia vivà y compartà mi juventud. Ahà celebré mi primera misa. La parroquia Jesús Obrero, estaba ubicada en la zona Este de la ciudad de Oruro, en un barrio, pobre y marginado. Es más, esta zona era considerada peligrosa, porque habÃa muchas cantinas, chicherÃas, lenocinios, habÃa mucha delincuencia y los vecinos vivÃan muy olvidados, eran menospreciados.
Muchas de las calles eran de tierra, que cuando llovÃa habÃa mucho barro, hasta que parecÃa que el desarrollo nunca llegarÃa. La Parroquia habÃa sido inaugurada un 3 de septiembre de 1967. El de la idea, era el padre Andrés de Roo, compró un terreno para hacer el templo, fue difÃcil de convencer a los vecinos de las propuestas. Aunque ya se habÃa conversado con las iglesias vecinas, El Rosario y San Martin de Porres. Sin embargo se encontró con la familia Rivera y su amigo entrañable, el Dr. Leónidas Torrico, que llegó a tener una gran amistad y con ellos lograron conseguir los terrenos de la familia Canedo, donde hoy está el centro Parroquial, en la calle Tacna y Ayacucho, era un basural.
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Yo de niño conocà al Padre Andrés de Roo, un hombre alto, fornido y con una fuerte voz, era de nacionalidad Belga, habÃa llegado como laico a fines de los años 50, justamente acompañando a un grupo de voluntarios de la Juventud Obrera Católica (JOC). Como habÃa decidido ser sacerdote, fue enviado a La Paz, Sucre y también a Chile y fue ordenado por el obispo de Oruro, Mons. Jorge Manrrique en marzo de 1964, estuvo poco tiempo en el Cañadón Antequera, (Avicaya) y luego su celo apostólico le llevó a ser el fundador de este sueño tan lindo, de hacer una nueva iglesia. Quién le conoció puede recordar, que él era una persona de grandes ideales de solidaridad, entrega y amor a Dios. Pero también le tenÃamos miedo por su forma de ser, era muy estricto, serio y que nos desafiaba con frecuencia. Recuerdo aún, cuando Ãbamos a jugar básquet, él nos decÃa que éramos comunistas y vagos, claro muchos no Ãbamos a su misa, pero un dÃa nos convenció para acercarnos y participar en la iglesia y nos permitió crecer en la fe. Yo siempre preferÃa irme a la misa del Rosario, donde los padres Jesuitas que eran más populares y no te reñÃan. Pero desde que acepté la invitación, nunca olvidé a mi parroquia, la llegué a querer mucho, a la gente, a mis vecinos y aun al mismo padre. Nos motivamos a ser parte, junto con mi hermano y mi sobrino, en los grupos de jóvenes y niños.
La Parroquia debÃa tener una infraestructura sencilla pero adecuada para compartir como comunidad, se tenÃa una cancha de básquet, una vivienda para el padre, una casa para la cooperativa y el salón multifuncional, donde se celebraban las misas, y no tenÃa imágenes, más que un crucifijo, la capilla era muy sencilla, acogedora y bien cuidada. Las misas siempre empezaban a la hora exacta y con la misma música electrónica, éramos convocados. En su interior habÃa una inscripción que decÃa: "Ven, EspÃritu Santo, Llena los corazones de tus fieles y renueve la faz de la Tierra". Asà todos los domingos estábamos los cristianos militantes, participando en las misas.
La parroquia tenÃa un modelo muy particular, aunque era tan evidente el choque cultural y religioso que vivió el párroco. Pero no se dejó vencer y construyó una pastoral muy comprometida y militante. TenÃa la pastoral catequética, la pastoral de acompañamiento a las familias, habÃa la cooperativa de ahorro y crédito, donde la mayorÃa de los socios eran los mismos vecinos, fue de gran ayuda. Muchos laicos trabajaban a su alrededor, eran verdaderos colaboradores y muy apreciados por toda la comunidad. El liderazgo de Padre Andrés marcó mucho. Ã?l decÃa, que toda la formación que nos daba, era para que seamos verdaderos seguidores de Cristo, y ser soldados de Cristo capaces de enfrentarnos a la gente desde nuestra misma realidad.
Aprendà que, al mismo tiempo de formarnos en la catequesis, deberÃamos de estar en las misas todos los domingos. Nos controlaba, nos hacÃa un seguimiento, porque nos conocÃa muy bien a todos los jóvenes y familias. Yo nunca falté a la misa de mi parroquia, porque los sermones eran muy apasionados y profundamente humano-cristianos, además nos encontrábamos con la comunidad.
Tal vez podrÃa yo describir con facilidad a las mismas familias que le acompañaban en la pastoral, pero más allá de eso, me quedó claro que éramos cristianos formados para vivir nuestra fe en el trabajo, en la familia y sociedad. Que nuestra experiencia de fe no puede ser superficial, "ni deberÃamos de ser cristianos de fachada", expresión muy repetida por el Padre Andrés. Ã?l querÃa que seamos capaces de vivir nuestra fe hecha vida, aunque no lograba entender todas las tradiciones populares, ahà estaban las luchas e incomprensiones, pero mirando hoy, la Parroquia querÃa llevarnos a vivir, un cristianismo, auténtico, Jesús deberÃa de ser el centro de nuestras vidas y no las antiguas creencias y supersticiones.
Los laicos que le acompañaban el caminar de la parroquia eran muy dinámicos y con frecuencia constructores de ideas nuevas. TenÃamos noches inolvidables, las veladas artÃsticas, las kermeses tradicionales, los juegos populares, los viacrucis en semana santa, las reuniones de cooperativa multiactiva, todos estos momentos eran vivencias de la comunidad, eran como la reunión de la familia grande de la parroquia. Por eso el 18 de septiembre de 1988 se inaugura el nuevo templo.
Cuando decidà ser sacerdote, conversé con él, los primeros años él tenÃa un poco de distancia, pero ya cuando hice mis votos religiosos el apreció mi entrega y fue ahÃ, en este templo, que celebré mi primera misa en abril d 1993. Pero creo que fui marcado profundamente, por la forma de mirar la iglesia, la comunidad, y el compromiso, que debe ser laical y misionero. Que debemos de hacer una evangelización integral.
La comunidad cristiana de la parroquia Jesús Obrero ha crecido permanentemente, gracias al aporte de todos los sacerdotes responsables. El fundador, P. Andrés de Roo murió un 8 de octubre de 2003, a sus 79 años, Posteriormente le sucedieran el P. Juan Tórres, P. Florencio Tórres, P. Simón León, que era su gran amigo, el P. José Bialasic, y el actual P. Marco Ocaña. Creo que ellos vivieron acompañados por el pueblo y comunidad cristiana. Hoy ya han pasado 50 años, sigue en al frente la gente animada y comprometida. Se siente comunidad, se siente a una parroquia viva, con un espÃritu de servicio e innovación. Todas las veces que participé, me he sentido muy acogido y querido. Por eso celebrar los 50 años es una gran alegrÃa para Oruro y para tanta gente sencilla que hoy vive su fe y camina feliz. Siento que hoy es un modelo de parroquia misionera, en la iglesia boliviana.