Los clásicos marxistas y sus ideas sobre el islamismo
02 sep 2017
Adhemar Ávalos Ortiz
Cuando Marx dijo que "la religión es el opio de los pueblos" no se refería a las creencias simples de las personas, sino a la religión de las jerarquías, especialmente cristianas y musulmanas, emparentadas con el poder político, las que refrendaban la explotación de clase. En general, la religión no es intrínsecamente mala, lo son sus desviaciones oportunistas y coquetas con el poder político. Se ha convertido en una suerte de refugio para mucha gente que en su devoción y fe procura combatir miedos atávicos, buscar el perdón divino por sus pecados y confiar en otra vida después de la muerte humana.
En otro contexto, muchos izquierdistas occidentales pro-islamistas no luchan por un mundo más libre, fraternal, igualitario y solidario, sino por un mundo más islámico en el que la Sharia -la ley islámica- sea la única que rija a nivel planetario en un Califato Mundial. Estos colaboracionistas ignoran lo que los padres y fundadores del comunismo -a los que pretenden emular- pensaban sobre el Islam. En "La Cuestión Oriental", Karl Marx decía: "El Corán y la legislación musulmana reducen la geografía y la etnografía de los diversos pueblos de la dicotomía simple y conveniente entre creyentes y no creyentes, el Islam prohíbe la nación de infieles, creando un estado de permanente hostilidad entre musulmanes e infieles". Para Marx, la única posibilidad de expandir la conciencia de clase al mundo musulmán pasaba por la propia destrucción del Islam. Para el pensador alemán, tarde o temprano se planteará la necesidad absoluta de liberar a una de las mejores partes del mundo del gobierno de la turba (musulmana), ante la cual el populacho de la Roma imperial parecería una reunión de sabios y héroes.
?ngels describe al Islam como hostil para el progreso, celoso y codicioso. Es por eso que a diferencia de lo que ocurrió en Europa, las masas musulmanas del Medio Oriente permanecieron en general indiferentes ante el llamado de los comunistas, pero sintieron enorme fascinación por el nacional-socialismo alemán, que apuntalaba el liderazgo de un nuevo califato, el del egipcio Amin Al-Husseini, Gran Mufti de Jerusalem, tío abuelo de Yasser Arafat, aliado y amigo del Führer alemán. El discurso islamista presenta a los gobernantes de las diversas dictaduras árabes como instrumentos del "neocolonialismo" cristiano europeo, y promete repartir el botín de la riqueza de Europa a sus fieles -basándose en el Corán- , pero en absoluto ofrece ni libertad, ni solidaridad, ni fraternidad ni igualdad en la sociedad. En el Corán (4:94) Alá ofrece abundantes ocasiones de obtener botín.
Y Lenin advertía la necesidad de combatir el panislamismo que combina el movimiento de liberación contra el imperialismo con el fortalecimiento de los imames -líderes religiosos- y de los mulás -líderes religiosos chiítas que actualmente gobiernan la República Islámica de Irán-. En una de sus tantas obras sobre la religión dice: "En términos de los estados y las naciones atrasadas, en las que predominan las relaciones feudales, es necesario tener en mente la necesidad de combatir al panislamismo y tendencias similares que quieren combinar el movimiento de liberación contra el imperialismo europeo y americano con el fortalecimiento de las posiciones de los kanes, los terratenientes, los mulás -religiosos musulmanes-, etc.". Tampoco los izquierdistas de balcón elevan la menor murmuración contra la enorme desigualdad de género en sociedades regidas por el Islam, en el que se discute si la mujer en general es un ser humano y en las que se esclaviza sexualmente a las mujeres no-musulmanas y el trato vejatorio a la mujer es regla.
Y es falsa la posición de muchos musulmanes supuestamente moderados que condenan a los fundamentalistas, cuando sus propios hijos están involucrados en la orgía terrorista actual que asesina a inocentes en Asia, América, Europa y África. No es un terrorismo aislado como el clásico, de izquierda y derecha, que incorporaba a sus filas a unos cuantos cientos de fanáticos. Son cientos de miles, lo que implica que es su religión la dañina, especialmente su libro denominado "Corán", y la Sharia (ley islámica) no es más que una degeneración perversa de lo que ya estaba pervertido por Mahoma.
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