El estudiante de Derecho que ha recibido una formación universitaria de enciclopedia y pleitista, debe invertir mucho tiempo y esfuerzo en la práctica en tribunales y sobretodo en aprender las reglas propias del arte de litigar. Nadie asevera que el adiestramiento es fácil; es seguro que le ha insumido bastantes años de trajÃn y empeño y ha debido concienciarse de los rigorismos mutantes de cada juzgado y sus entresijos.
A ello debe añadirse que el espÃritu conservador y rutinario de algunos abogados gesta una resistencia natural a reciclarse de un sistema conocido a otro del cual sólo se tiene una lejana referencia teórica.
A todo ello se suma la errónea convicción general, que la sentencia emanada de un tribunal judicial tiene efectos más consistentes que un laudo arbitral. Por lo contrario, y esto es muy importante para el lector, ya que muy pocos conocen la efectividad de los laudos arbitrales, pues existe una noción difusa de que los laudos puedan ejecutarse, y la creencia, más o menos generalizada que se trata de un tÃtulo ejecutivo.
(*) Abogado Corporativo, Postgrado en Conciliación y Arbitraje, Interculturalidad y Educación Superior, docente, doctor honoris causa, escritor
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