El presente es un tiempo de profunda preocupación para la gran mayoría de la ciudadanía que observa lo que acontece en el orden político y que afecta de manera directa al conjunto de la sociedad, alterando la perspectiva de alcanzar algunos logros prácticos y no meramente dogmáticos a la hora de garantizar mejores condiciones de vida.
No se pueden alcanzar los objetivos más deseados si de por medio existe incertidumbre en la población, no es posible querer que mejoren las cosas si no hay voluntad concreta para rodear de garantías a la familia boliviana que de verdad desea, después de fallidos experimentos, culminar la meta de un gran proyecto de beneficio colectivo sin discriminaciones.
Durante muchos años los hechos acaecidos en nuestro país nos han mostrado procesos de permanente crisis, primero en la conformación de la República que tuvo alternativas de dolor y gloria hasta consolidar la Bolivia naciente que perfilaron los libertadores Bolívar y Sucre, después las luchas intestinas que marcaron el avance de la nación que siguió su curso entre los arrebatos de los políticos de temporada y entre aquellos los depredadores de la democracia y las libertades.
Nuestra historia se desarrolla aún en el presente entre procesos y modelos de corte independentista, lo que produce reacciones y efectos que se traducen como alteraciones violentas y manifiestas en las dictaduras, con una mezcla increíble de ciertos ingredientes que sin ser plenamente muestra de una democracia firme son más bien el ensayo de imponer regímenes de corte totalitario bajo la posición de un seudo socialismo que riñe con los preceptos de igualdad, justicia, equidad, libertad y respeto a los derechos humanos.
Y en esa línea de conducta político partidista seguimos viviendo de muchas esperanzas que se avizoran en la tentativa de un “cambio” que aún no está definido por la existencia de ciertas condiciones de incertidumbre alentadas por algunos “movimientos sociales” o impulsadas con vehemencia por grupos irregulares que hasta se permiten crear “territorios libres” donde la ley y la justicia se convierten en instrumentos de una irresponsable “justicia comunitaria” que atenta contra vidas y haciendas.
En todo caso los bolivianos estamos transitando por un sendero muy peligroso en el que algunos irresponsables alteran los valores de respeto a los derechos humanos y vulneran abiertamente los principios de respeto a la democracia y las leyes.
Mientras pocas autoridades del gobierno desean mostrar la posibilidad del anunciado cambio en beneficio de la comunidad una mayoría de empleados ubicados en estratégicos cargos de ministerios y viceministerios se ocupan de mostrar la imagen del país que se debate en la intolerancia y la violencia. Este es el factor que debe cambiarse pero en función de coincidencias de todo un equipo que trabaje para el país y no para satisfacer posiciones de malsana egolatría y poder autoritario.
Fuente: LA PATRIA
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