La mejor defensa es el ataque, ha dicho Chile. Y con esa picaresca convicción se ha lanzado resueltamente. Por de pronto, parece que han hecho "tablas": Bolivia por el mar contra Chile, y Chile por el Silala contra Bolivia. Ambos están a la defensiva, cada cual con su verdad y su argumento. ¿Y qué impresión habrán tenido los doctores de La Haya? No ha trascendido nada, pero es posible que se hayan sonreído con benévola indulgencia: Estos chicos malos ¡qué malos son! No dejan de mostrarse los dientes desde la vereda del frente.
Entre paréntesis, en situaciones de responsabilidad con Chile nos sentimos siempre menos de lo que somos; un misterioso elemento psicológico nos encoge y nos deforma. El azar nos acercó más de una vez al mar, pero no supimos aprovecharlo. En lo fresquito, cuando la guerra; el mago original, Mariano Baptista Caserta, arrancó de los chilenos una virtual aceptación de que la ocupación del Litoral sólo sea de diez años, como compensación por los gastos de la guerra, y luego volvería a la soberanía boliviana. ¿Y pueden creer la respuesta de Bolivia? Rechazó de plano la idea. Otro, en 1866 un experimentado diplomático, un jurista de renombre, Casimiro Corral, firmó con Chile el tratado más lesivo y perjudicial para Bolivia.
Hay también otros casos. Pero las más veces los historiadores nos muestran el lado brillante de la luna, omitiendo la otra cara. El llamado "Libro de mar" pinta a Chile como el país más perverso, pero calla sobre la desastrosa gestión diplomática boliviana. Al referirse a la ineptitud tradicional de la élite política, Roberto Prudencia dice que "No era Chile que estuviera mareado con su victoria, sino Bolivia con su derrota". Luego añade: "la desgracia es que en Bolivia los hombres inteligentes son unos necios".
Ahora vuelan otras moscas. Chile acaba de informar que en respaldo a su demanda ha hecho llegar al máximo tribunal de La Haya, en varios tomos, un informe exhaustivo para demostrar con evidencia científica y datos técnicos que el río Silala fluye hacia el lado chileno por natural gravitación. A los papeles históricos, jurídicos y diplomáticos, reemplazarán los informes científicos. Es un desafío para el propio Tribunal, que tendría que verificar o rechazar - con conocimiento de causa - la hipótesis de Chile.
Bolivia no se ha descuidado, pero con una gran diferencia: en vez de científicos ha enviado turistas. Han ido a darse una vueltita los gobernadores, los alcaldes, los asambleístas, los concejales; hasta los bachilleres han ido. El paisaje aunque un poco desolado es muy bonito. Fueron además - según se dijo - a sentar "soberanía" de Bolivia. Ahora ¿Qué se llevará como réplica al argumento chileno? Tal vez otro informe que se guarda todavía en secreto y que servirá para sustentar la hipótesis rival, de que Silala no es río sino manantial artificialmente canalizado por Chile. Ha llegado pues el momento de escuchar a los científicos.
(*) Escritor, miembro del PEN Bolivia
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