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Britney Spears, rubia, sensual, exótica, espigada pero también voluptuosa, el ombligo al aire y los senos sobresaliendo por encima de la seda verde que más que cubrirlos los insinúa, asà quiero verme yo, por eso me he teñido el pelo de rubio ceniza brillante, me embadurno la cara con maquillaje blanco marfil, y no como y cuando como vomito, porque quiero ser flaca como ella y me he jurado a mà misma que voy a aprender inglés, aunque lo odio, porque quiero entender las letras de sus canciones para bailarlas sintiéndome una auténtica english girl.
Son las 10:00 de la noche y Rodrigo pasará por mà a las 11:00. Iremos a AutomanÃa -me ha dicho- pero con la condición de que tú pagues la cuenta, el taxi, los sandwichs de chola al amanecer. Todo lo que quieras Rodrigo, si quieres te pago a ti también para que me hagas gozar de una noche bomba. Estoy en mi cuarto delante del espejo, espejito, espejito, ¿quién es la chica más linda del mundo? Me gusta su respuesta: no eres la chica más linda del mundo pero eres sexy y meneas el pompis con gracia. Mi madre está en su cuarto entretenida con Andrés, asà que sacaré plata de su billetera y ella pensará que ha sido él y se hará la desentendida, con tal de tenerlo contento y que él le haga el favorcito de vez en cuando, y con tal de que Rodrigo a mà me haga el favorzote de salir esta noche conmigo, porfa Rodrigo, no me falles, me pondré el pantalón de cuero negro que tanto te gusta y que una vez me dijiste que te excitaba y la solera amarilla, esa que no me tapa el ombligo y que deja ver el arito que me cuelga y que cuando bailo se meneaÂ? meneaÂ? menea.
La verdad es que me dolió un poquito cuando me lo colocaron y fue un motivo más para que mi madre volviera a su perorata de siempre: solo a una loca se le ocurre ponerse un arete en el pupo, ¿no has pensado que se te puede infectar, después vienen los gastos, las preocupaciones y los problemas para mÃ, ¡ya no aguanto más!, pensar que desde mis dieciséis años vengo cargando esta cruz y todo por una locura. Mi madre se pone histérica cuando empieza a gritar y a jadear como una bestia y ahora está jadeando y le dice a gritos a Andrés que lo ama, que no la deje, que no puede vivir sin él.
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Casi me muero cuando dieron la noticia de que Britnety Spears habÃa muerto en un accidente de auto en Los Ãngeles. Felizmente ella está viva y yo tengo a quien parecerme. Miro el poster con la imagen de ella en uno de sus conciertos y me miro en el espejo, alboroto mi pelo con las manos, desabotono mi blusa para dejar al descubierto el inicio de mis senos, retoco mis labios con el "frutilla luminosa", coloco el casete en el equipo y aprieto el botoncito que me conducirá al éxtasis. Retumba la música que me trastorna, la voz de Britney que me envuelve con su Oops, I did it again y comienzo a bailar frente al espejo, mi cuerpo entero se sacude, giro la cabeza y mi pelo inicia su propia danza de adelante hacia atrás, de atrás hacia delante, ya no soy yo, soy la reina de la noche, el mundo entero me aclama, me ensordecen los aplausos, aumento el volumen y repito sin entender la letra en inglés, no me importan las palabras, me importa el sentido que tiene para mà esa canción que me fascina, elevo la voz y el volumen, estoy en éxtasis y mi madre que golpea la pared con su zapato y su voz chillona que interrumpe la magia de ese momento tan mÃo: ¡baja ese volumen y deja de gritar como una loca!
Casi es la una de la mañana y Rodrigo no ha pasado por mÃ. Andrés se ha ido, mi madre, en bata, despeinada y con la cara sin revoque, fuma y suspira, suspira y fuma. Miro el reloj y la rabia me va subiendo desde las botas, se detiene por un instante en el aro de mi ombligo que se menea, menea, menea, como querÃa hacerlo yo esta noche con Rodrigo y no puedo más, y estallo, y pataleo, me desgarro la ropa y, de un tirón, arranco el arito de mi ombligo. La sangre caliente corre por mi piel y la imagen de mi madre que me mira desde la estupidez de sus pupilas sin brillo me molesta. Corro a la puerta de mi cuarto y trato de cerrarla con violencia para evitar que ella entre, pero es inútil, me da un empellón y me tira contra la pared. Su voz va subiendo de tono y, una vez más, me repite lo mismo: eres una loca, la culpa la tengo yo que dejé que nacieras, podrÃa haber abortado y ahora serÃa libre y no tendrÃa que soportarte, pero ya no me importa, si quieres joderte, ¡jódete! Después de todo eres una hija de nadie. Nunca supe quién fue el desgraciado que te engendró.
No quiero oÃr más y aprieto el botoncito que me llevará lejos, la voz de Britney Spears me envuelve, ya no existe mi madre, ni mi dolor, ni la ausencia de Rodrigo, solo quiero seguir el ritmo. Mis movimientos se aceleran y comienzo a bailar delante del espejo que me devuelve la imagen de una rubia sensual que baila como una diosa, a la que aman y admiran todos y, a pesar de que el ombligo me duele y comienza a hincharse, me siento feliz y canto con toda el alma Opps, I did it againÂ?
Beatriz Loayza. La Paz, 1953.
Poeta y narradora.