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Jueves 24 de agosto de 2017

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Ecológico Kiswara

Editorial

Bolivia en llamas

24 ago 2017

Fuente: LA PATRIA

Hace un par de semanas ardió la serranía de Sama en Tarija, días antes se reportaba un nuevo incendio en el parque Tunari en Cochabamba. Este último ardió varias veces, y el año pasado el fuego llegó cerca de la comunidad de Apote, lo cual causó alarma entre los pobladores de esa zona.

Es frecuente ver en esta época del año incendios que consumen hectáreas de bosques o de arbustos, porque sin contemplación alguna, por cumplir la "tradición" de chaquear se queman, por lo general arbustos, a fin de preparar la tierra para cultivarla, sin embargo, esas quemas suelen salirse de control y se convierten en voraces incendios que terminan con la fauna y flora del lugar, contaminan el aire y ponen en peligro inclusive la vida de las áreas urbanizadas.

No obstante, el fuego en Tarija se originó en la quema de basura, pues una señora que lo hacía con frecuencia no calculó que el viento de ese día contribuiría a esparcir las chispas y a avivar las llamas que encendieron el fuego en la comunidad de Erquis y se extendió a otras, llegando a afectar unas 10.600 hectáreas de bosques, pastizales y zonas con biodiversidad en la Cordillera de Sama.

En las redes sociales se esgrimieron argumentos de defensa de la señora y otros que condenaban su actitud, entre esos uno llamó la atención porque en cierta manera libraba a la mujer de toda culpa y hacía un llamado a las autoridades reclamando políticas medioambientales para evitar las sequías que se convierten en potenciales focos de calor.

En el Oriente de Bolivia también se registran incendios, pero pocos se reportan o se conocen en el Occidente por lo que no se publican en grandes titulares de tapa, no obstante, no quiere decir que no existan, pues se detectaron más de 500 focos de calor, en esa región, hasta hace algunas semanas.

En cuanto al Occidente del país, se denunció a través de esta misma página la quema de totorales, que si bien es un fuego que no se extiende hasta poner en peligro a la ciudad o a las comunidades, sí afecta al ecosistema del lago Uru Uru, ya que lo asfixia y contamina todo el sector. Tomemos en cuenta que muchas comunidades dependen de esas aguas para su supervivencia por lo que se debe preservar de la polución y cuidar de no provocar su sequía para que no se muera como el Poopó, cuyo lado sur se ha convertido en un salar.

A nuestras autoridades les recordamos que progreso no siempre es sinónimo de cemento, asfalto y deforestación, se puede lograr el desarrollo de las comunidades y de las sociedades sin necesidad de atentar contra la naturaleza, sobre todo cuando se trata de gobiernos que se han colgado el letrero de ecologistas y protectores de la Pachamama o Madre Tierra.

Fuente: LA PATRIA
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