A esa hora de la tarde, un fuerte viento sopló en el sector y las llamas que tenÃa encima de la basura se extendieron hasta un árbol que estaba próximo, situación que posteriormente se descontrolarÃa y pasarÃa a convertirse en un desastre medioambiental.
La noche de ese dÃa, el fuego ya habÃa alcanzado proporciones inimaginables y Tarija, mediante la reserva natural de Sama se convertÃa literalmente en el propio infierno. Las autoridades, dirigentes cÃvicos y población en general se movilizaron para ir a aplacar el fuego.
Al principio, vanos fueron los esfuerzos, las llamas se convirtieron en una fuerza descomunal que comenzaron a arrasar con toda vida existente a su paso, flora, fauna e incluso, cobró tres vidas, en el balance final y se registraron algo más de 1.500 heridos, por caÃdas, quemaduras y otros accidentes debido a la contingencia.
UNIÃ?N
Cualquier situación mala, siempre trae algo bueno consigo y en Tarija quedó demostrado lo que los bolivianos tenemos grabado en la moneda nacional: "La unión es la fuerza".
Sin importar color polÃtico, raza, religión o sexo, los habitantes de ese jirón patrio, incluso sin saber nada, sobre incendios forestales, arriesgaron sus vidas durante cuatro dÃas para vencer al "infierno" en el que vivÃan.
Y asà lo hicieron, varones y mujeres, en brigadas, cadenas humanas, rescatistas y bomberos improvisados, todos llamados voluntarios se "lanzaron" a la cuesta de Sama.
Las tres noches del incendio, Tarija se iluminó con el fuego del "infierno", desde la ciudad se apreciaba un cuadro dantesco, jamás antes visto por sus ojos y los malos pensamientos se apoderaron de mucha gente que veÃa impávida e inerme la situación.
La noche más delicada fue la del viernes, porque corrió la alarma de que el fuego estaba prácticamente en zona urbana, donde están situadas las bombas de gas. Se pidió que se cierre desde los domicilios aquel servicio. El pánico operó aprovechándose de la situación que no se conocÃa.
Los dos primeros dÃas, la ciudad amaneció con una humareda que hizo dar miedo, el sol estaba más opaco e incluso parecÃa sonreÃr diabólicamente por su coloración naranja-rojiza.
Erquis, San Pedro de Sola, Lazareto, Turumayu, Guerra Huayco, fueron las zonas afectadas por el siniestro.
ESPERANZA
Sin embargo, habÃa una esperanza. La ayuda externa no tardó en llegar, fueron los bomberos voluntarios de Salta-Argentina, especialistas en incendios forestales quienes dieron esperanza a los tarijeños. A esa situación se sumó la unidad chapaca.
El desastre ambiental dio un mensaje a toda Bolivia y se llegó a la conclusión que no estamos preparados para ese tipo de desastres, no existe gente capacitada y menos equipo que ayude a mitigar el fuego de los incendios forestales.
Asimismo, y hasta en tono sarcástico, pedÃan los habitantes de Tarija al Presidente Evo Morales, que en vez de inaugurar canchas cada fin de semana, se invierta el dinero de los bolivianos en la compra de equipo, aviones o helicópteros que actúen al momento de estas contingencias.
Por otro lado, nació un sentimiento ambientalista, y dejó en claro que el medio ambiente es importante para la supervivencia del Planeta Tierra. Los chapacos están seguros que se vendrán dÃas difÃciles de aquà en adelante y se enfrentará una posible sequÃa en meses precedentes como consecuencia de ese incendio, tal como ocurrió el 2009, pero no en esa magnitud, cuando ocurrió una situación similar.
Las 10.600 hectáreas, hoy cenizas cobrarán vida nuevamente, quizá no inmediatamente, pero sà poco a poco, porque asà como pasó la "tormenta infernal", ahora se piensa en la arborización de toda la reserva natural de Sama, por ello, los tarijeños decidieron emprender una campaña agresiva para plantar todos los árboles posibles en aquel lugar que hace poco era el "infierno" mismo.
Fuente: LA PATRIA
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