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El escritor español Miguel Sánchez-Ostiz, cuenta su historia de amor con La Paz en su libro "Chuquiago", donde describe con intensidad sus recorridos por las calles paceñas y asegura que en las mismas no hace falta imaginar fantasÃas.
Sánchez-Ostiz recordó que llegó por primera vez a Bolivia en 2004 procedente de Chile aprovechando que tenÃa una semana de descanso.
Entonces conocÃa muy poco de la nación andina, cosas generales sobre el cuatro veces presidente VÃctor Paz Estenssoro, la vida del barón del estaño Simón Patiño y sobre la ejecución del guerrillero Ernesto Che Guevara en 1967, en el sudeste de Bolivia.
"Yo creo que esa plaza deberÃa ser declarada como Patrimonio Intangible de la Humanidad. Es algo fascinante, yo no podÃa creer lo que he visto en esa plaza, vendÃan remedios contra la sÃfilis, la gente discutÃa sobre extraterrestres y la Biblia, y actuaban hasta payasos", sostuvo el narrador hispano.
La Paz, situada a 3.600 metros sobre el nivel del mar, con una geografÃa singular en una especie de cráter gigantesco, y El Alto, que está 400 metros más arriba, son dos ciudades unidas.
"La Paz es cataclismática, la conjunción del vidrio, el metal, los rascacielos, las casas. La gente no tiene un orden, pero lo que transmite la ciudad es una sensación de vida, de vitalidad", dijo.
Su primer acercamiento a las marchas y bloqueos, habituales en La Paz, sucedió en la calle Sagárnaga en la que un grupo de comunarios liderado por una mujer bloqueaba las calles para ser escuchados.
La protesta que más recuerda es un bloqueo cerca del centro arqueológico Tiahuanaco, a 71 kilómetros de La Paz, en el que tuvo que ayudar a poner piedras en el camino para la manifestación, a cambio de que dejen pasar su vehÃculo para volver a la ciudad.
A quienes quieran conocer La Paz, el autor les recomienda despertar por completo sus sentidos y tomar en cuenta todos los ruidos, los aromas buenos y malos, los sabores y los paisajes.
Agregó que la altitud ya no le asusta porque sabe cómo combatirla, que es "pijchando" o masticando las hojas de coca, como hacen sobre todo los indÃgenas de varias regiones del paÃs.
Sánchez-Ostiz ha recibido el premio CrÃtica de Novela en 1987, el Herralde en 1989 y el PrÃncipe de Viana de la Cultura en 2001.
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