Igualdad de derechos plenos para la mujer es imprescindible para su desempeño en la política; aporte por demás significativo y progresista que eleva a los pueblos en su concepción de justicia y justeza para todos. Basta de observar a la mujer como un cliché de belleza que debe lucir bien, porque la mujer piensa correctamente que sólo cuando no puede rendir intelectualmente el arreglo corporal no la ayuda, y los hombres olvidan que la mujer, independiente de la admiración física que genera, el potencial político que reside en su espíritu es inacabable y singular por la forma que acomete los asuntos en la política
Es muy importante absorber paradigmas reales de la actuación de la mujer en la política en otras latitudes y aplicarlas en nuestro país; no debe acumularse reparos en imitar lo bueno; por ejemplo a la canciller alemana con seis mujeres en su gabinete de ministros, ejerciendo el poder por más de doce años en el país más importante poderoso de Europa y ante una reelección próxima con certeras posibilidades de triunfo, de donde se infiere con certeza que las mujeres, ante un parlamento y un pueblo exigentes, gobiernan con sapiencia, visión futura, para todos y con ausencia total de discriminación.
En el parlamento alemán, en los comienzos de la democracia, la participación de la mujer era exigua, un escaso 5% y, hoy, a luces de su esfuerzo, tenacidad, capacidad y perseverancia su participación ascendió a un 40%. Pero ¿Qué se ha cambiado?, las mujeres han conocido y experimentado progresivamente las reservas de los hombres a su actuación política, describiendo a la mujer con desdén y subestimación, acción que la mujer, sin ignorarla, no le asigna preocupación pues sabe que le cuesta ser aceptada en la política de alto nivel que exige responsabilidad y capacidad de decisión, siendo dual pues debe supervisar su hogar y la educación de sus hijos.
Existe la solución cuando se comparte la vida con un compañero que comprende plenamente las aspiraciones de la mujer y esta comprende las suyas y, así, surge súbitamente sin planeación la división de responsabilidades voluntaria y la mujer que ejerce política de alto nivel no tiene en su hogar una madre de segunda clase sino a un esposo integral y desinhibido de complejos, que con su ecuanimidad inflige respeto, colaboración y armonía a las aspiraciones de ambos, entonces, el cuidado de los eventuales niños es diligente, formativo y presencial alternativamente. De esta forma la mujer no se priva de una generación cuando está fungiendo en la política de alto nivel y responsabilidad incesante.
En todos los parlamentos del mundo cuando surgió la presencia de la mujer irrumpió el incontenible chauvinismo de sus colegas, debido a su insuperado machismo que los inclina a subestimar a la mujer en la política; a esto último anexamos un ejemplo en la en la política alemana: en los comienzos de la democracia un mujer parlamentaria, en su discurso, fue interrumpida 24 veces por sus colegas parlamentarios; no comprendiendo que a la mujer se le da por el intelecto y los hombres viejos parlamentarios se sirven de la política en lugar de servir al pueblo, como nos legaron los antiguo políticos y filósofos griegos, hace más de 2.000 años.
Penosamente existen todavía hombres retrógrados que estiman con vehemencia que la política es sólo asunto de hombres, sin embargo, hoy la situación felizmente cambia progresiva y lentamente, pero cambia; entendiendo que la política y cualquier actividad es para mujeres y hombres sin distinción. Erróneamente a las mujeres que actúan en la política se las endilga de feministas cuando la acepción engendra una confrontación directa contra el hombre y esto no se da pues la mujer entiende que mujeres y hombres son humanos y complementarios; además que toda mujer que pretenda escenificarse pierde credibilidad; una virtud infaltable en un político frente al pueblo.
Las mujeres nunca ocultan su feminidad y no sitúan en peligro el derecho a establecer un hogar, menos de prescindir de niños cuando actúan en la política o cualquier otra actividad y, cada vez, amparado por estadísticas, el índice de mujeres trabajando en la política de alto nivel, crece.
(*) Abogado, posgrado en Interculturalidad y Educación Superior, Conciliación y Arbitraje, doctor honoris causa, docente, escritor.
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