Producción deficitaria de trigo

Pese al esfuerzo de los productores trigueros, se mantiene un déficit que resulta muy difícil de cubrirlo por factores adversos que no son precisamente atribuidos a los agricultores del cereal, sino a condiciones de competitividad de precios, la venta libre del producto en nuestro mercado, una gran cantidad del producto introducido vía contrabando y la otra comprada oficialmente, en el marco de apertura de nuestro Gobierno a la oferta argentina, que obtiene buenas utilidades gracias a la diferencia del cambio monetario.

En los hechos reales, nuestro país en el último tiempo logró incrementar mínimamente su producción de trigo que llega a cubrir el 55 por ciento de la demanda interna, mientras el 45 por ciento restante aún debe ser importado de países vecinos, especialmente Argentina, una buena cantidad del Perú y otra directamente de EE.UU.

De acuerdo a los datos del ministerio de desarrollo productivo, la demanda de trigo a nivel nacional es de 750 mil toneladas anuales y la producción regular, sin contemplar desastres naturales u otros factores adversos, llega a 32 mil toneladas lo que significa el 43 por ciento real de nuestra demanda como país. Ya está dicho la diferencia se adquiere por vías, legales, ilegales e inequitativas.

Sin embargo, se han hecho algunos estudios sobre la situación de la producción, estableciéndose que no se trata en ningún caso de falta de espacio (hectáreas de terreno), tampoco la dotación de semillas, ya que desde hace algún tiempo la Asociación de Productores de Oleaginosas y Trigo (Anapo) defiende los intereses de los productores, brindando apoyo con transferencia de tecnología, se investigan nuevas variedades de semillas resistentes a las enfermedades y plagas y el mejoramiento del producto para superar la calidad del trigo o harina que se importa.

Lo que se necesita entonces es un conjunto de medidas, primero para incentivar la producción triguera nacional, expandiendo las áreas de siembra, aprovechando algunas condiciones propicias, por ejemplo las que se presentaron hace tiempo atrás en la zona altiplánica, propiamente en Oruro, otra opción está abierta en la zona valluna y es apta por otra parte la prodigiosa tierra de los Yungas en La Paz. Tierra no falta, lo que se precisa son decisiones, pero al mismo tiempo con un apoyo concreto de orden financiero para generar el interés de agricultores que se conviertan en potenciales productores de trigo que puedan ir acortando de manera paulatina el déficit triguero nacional.

Algo ha sucedido últimamente, tres años atrás el trigo alcanzó su nivel más alto de producción con 281.800 toneladas anuales con un rendimiento promedio de 2,45 toneladas por hectárea sembrada, en 2016 se bajó a 73.000 toneladas producidas en 100 mil hectáreas, en tanto que el año pasado (2016) fue el de menor rendimiento por hectárea de los últimos 17 años con sólo 0,73 toneladas por hectárea, de acuerdo al detalle de la Anapo.

Frente a ésta situación, son urgentes medidas de emergencia, como la suspensión de las importaciones de trigo y harina, estricto control para evitar el contrabando y paralelamente la disposición de incentivos y garantías para incrementar y expandir la producción de trigo y lógicamente la de harina nacional.

Fuente: LA PATRIA