Por las condiciones en que se produce la transferencia de poder local a nuevas autoridades gobernador y alcaldes en todo el país sin lugar a dudas el cambio, por así decirlo, obliga a mostrar la mayor transparencia en lo que fue la gestión que acaba y abrir un cauce de realizaciones - supuestamente - para un nuevo periodo, en la mitad del país con aliados en los altos cargos y con la otra parte en función contraria.
El fenómeno de las actividades en prefecturas y alcaldías ha sido el mismo, cumplimiento de metas sin llegar ni siquiera a un 80 por ciento en la mayoría de los casos, aún así ciertas autoridades quieran convencer que inclusive pasaron del cien por ciento de ejecución, nada más falso, pues ahora se observan las cifras con mayor claridad y los saldos son negativos.
La herencia, sea oficialista u opositora, tiene cifras rojas obras no concluidas y en algunos ya pagadas, proyectos en fase de ejecución y deudas para los nuevos administradores, presupuestos agotados como en el caso de Oruro donde además deberán cubrirse muchas deudas, en tanto las obras “estrella” de las autoridades de salida son apenas parte de los verdaderos proyectos anticipados y que deben culminarse necesariamente en la siguiente gestión.
Si bien el caso tiene connotación nacional, hay algunos distritos en los que las obras pudieron satisfacer las expectativas de la comunidad, se dan casos en el oriente, algo en Tarija y en el resto sólo quedan problemas.
Para tocar lo que interesa a nuestro departamento y la ciudad, en el caso de la prefectura, muy claramente la calificación de gestión es pobre, si se tratara de pasar de curso ni siquiera hay margen al desquite, se trata de un aplazamiento sin alternativas y el nuevo alumno, también del mismo equipo político, tratará seguramente de enderezar el sinuoso camino de las realizaciones, pero su tarea será cuesta arriba, pues el Tesoro Departamental está en cero.
En lo que se rescata de la tarea municipal del burgomaestre saliente es que se hicieron algunas obras, la mayoría de maquillaje en el centro de la ciudad, cierto que hay más parques, miradores, gradas y calles asfaltadas, pero siguen las deficiencias de saneamiento básico, como alcantarillado, agua y calles en buena parte de los barrios periféricos.
Es sabido que las nuevas autoridades tendrán el mejor argumento para salvar un comienzo de gestión con dificultades. En el caso de la Prefectura hay que recuperar fondos, esperar la dotación gubernamental y gestionar más recursos. En la Municipalidad hay que trabajar en tareas pendientes como eliminar el caos reinante en las calles por la presencia de miles de comerciantes informales y cómodos gremiales que no ocupan puestos de venta en mercados con casetas cerradas. Hay que regular el tráfico vehicular, pero sobre todo la nueva alcaldesa deberá cumplir su estrategia de comenzar una gestión desde la periferia hacia el centro y no al revés como hizo su antecesor.
En ambos casos hay mucho que hacer y lo que expresa el “soberano” es la esperanza de que hacia delante se eliminen las pugnas político – partidarias y se trabaje en un proyecto conjunto de unir esfuerzos para el desarrollo de Oruro, en la ciudad y en el área rural de manera que los megaproyectos diseñados para avanzar se cumplan, caso del Puerto Seco, aeropuerto, parque industrial, carretera bioceánica, diversificación económica de la agroganadería, turismo y artesania, lo que redundará en los proyectos de la ciudad, con obras que solucionen problemas de las mayorías, construyendo barrios para vivir con dignidad. Tarea delicada para nuevas autoridades obligadas a revertir la herencia de una larga gestión altamente politizada.
Fuente: LA PATRIA
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