Para que no hayan dudas, el río Lauca es evidentemente un curso internacional de agua dulce que nace en la zona chilena de Parinacota y pasaba en su recorrido natural por buena parte del territorio occidental de Bolivia, pero lamentablemente ese transcurrir de aguas fue alterado por una arbitraria decisión del gobierno de Chile que un 14 de abril de 1962 decidió desviar esas aguas directamente a su territorio, afectando seriamente el derecho de comunidades bolivianas para utilizar las aguas del Lauca, que corrían de manera regular por ambos territorios.
El hecho fue denunciado y reclamado oportunamente, pero las autoridades del vecino país no hicieron lo necesario para restablecer el derecho de poblaciones bolivianas de utilizar las aguas de un río de curso internacional. El Lauca desde entonces apenas deja "filtrar" una miserable cantidad de agua que no satisface la demanda de los pobladores altiplánicos de la zona.
Ese episodio atrabiliario, ilegal, cruel y atentatorio a la subsistencia de miles de bolivianos, ocasionó la reacción del gobierno nacional que decidió romper las relaciones diplomáticas con Chile, situación que se mantiene al presente, tras 55 años y tres meses del alevoso desvío del río internacional.
El problema concreto es que pese a muchos reclamos, inclusive ante organismos internacionales, a Chile no le "dio la gana" de restablecer el curso de las aguas eliminando el arbitrario desvío que permanece como clara prueba de una acción dolosa y abusiva en la práctica de fuerza que es normal en Chile.
Más de medio siglo de perjuicio es natural que las nuevas generaciones de las comunidades afectadas, como es el caso de la milenaria etnia de los Uru Chipayas, reaccionen y soliciten una solución al problema, acudiendo si fuese necesario a la misma instancia en La Haya, para mostrar con suficientes pruebas que Chile sí alteró "de mala fe" el curso internacional del río Lauca.
El problema de los Uru Chipayas se complicó en el último tiempo debido a que por efectos naturales se secó el lago próximo del que lograban la pesca para su alimento y para comercializar el producto en mercados de Oruro y La Paz. Sin agua del río Lauca, sin el lago Uru-Uru y viviendo la injusticia de una arbitrariedad no enmendada por Chile, corresponde reclamar por daños y perjuicios, lo que representará otro problema de agua que tiene Chile con Bolivia.
En Chile saben con absoluta certeza que hay un delito de lesa humanidad al cortar el suministro de agua desviando un río que milenariamente transcurría sus aguas por los territorios de Chile y Bolivia, un río evidentemente internacional y un caso que sin tener justificación legal, desarrolla Chile al desviar agua dulce de los manantiales del Silala, mediante canales construidos exprofesamente para llevarse agua que calma la sed de sus pobladores en el norte de su país. Agua que con todo derecho podría cortarla Bolivia, dejando a centenares de familias en las mismas condiciones en que se debaten los pobladores del altiplano a los que se les cortó el agua del Lauca.
Problemas de agua, la salida al Océano Pacífico, para recuperar agua del mar, Chile debería pagar por el agua dulce del Silala desviada ilegalmente y no lo hace, pero tampoco obra con justicia y repone el curso del río Lauca. Delitos sobre delitos y son materia de agua, dulce y salada, agua al fin, fuente de vida.
Fuente: LA PATRIA
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