Loading...
Invitado


Domingo 30 de julio de 2017

Portada Principal
Cultural El Duende

Sobre el columnista y escritor del género policial en la literatura boliviana

30 jul 2017

Por: Erika J. Rivera. La Paz. Escritora

¿Fotos en alta resolución?, cámbiate a Premium...

Primera de dos partes

En el género literario de la novela y el cuento de detectives, el cultor boliviano más importante es Gonzalo Lema Vargas. Nacido en Tarija y residente en Cochabamba, Lema ha tenido también una importante carrera pública, llegando a ser vocal de la Corte Nacional Electoral.

Asimismo, Lema es un reconocido autor con importantes premios en el ámbito de la literatura, como por ejemplo el premio "Marcelo Quiroga Santa Cruz" en 2012 por su brillante novela "Los días vacíos del Raspa Ríos" (2012). En esta gestión, de acuerdo a internet La lectora futura España dice:

"El escritor boliviano ha sido el ganador de la undécima edición del Premio Internacional de Novela Negra LH Confidencial con la novela titulada Que te vaya como mereces, una obra que refleja la realidad social y política de Bolivia. Este premio es promovido por la Biblioteca la Bòbila y convocado por el ayuntamiento de L´Hospitalet y Roca Editorial, está dotado con 12.000 euros y la publicación de la novela".

De acuerdo a la crítica el jurado ha destacado el reflejo que el autor hace de la actualidad sociopolítica boliviana, que sumerge al lector en la dura realidad cotidiana de Cochabamba mediante una amalgama de personajes excéntricos y perdedores.

Es importante mencionar que el autor no solo cultiva este género literario sino que además es columnista en la prensa escrita, permitiéndonos reflexionar sobre problemas de la democracia mediante sus ensayos: El (evitable) desencanto (Los Tiempos) en el que vislumbra la necesidad de la alternancia del poder.

Asimismo encontramos sus reflexiones en La sacralización del futuro (La Patria: El Duende), donde señala la importancia del presente en contra de un futuro que nunca llega.

Prefiere la democracia como constructora del tiempo actual por medio de la conciliación y concertación a diferencia de los dogmas comunistas o religiosos que exigen el sacrificio de la vida de las personas en nombre de un futuro.

Podemos también señalar su reflexión de La bolivianidad (La Patria: El Duende) a través de sus preguntas:

¿Qué significa ser boliviano? ¿Cómo piensa el boliviano la alegría o el dolor? ¿Cómo vive su fiesta? ¿Y la muerte? ¿Qué visión tiene de la patria? ¿En esa visión estamos todos los que somos bolivianos por sangre y/o por suelo? ¿Acaso no hay segregación y/o discriminación de unos a otros? ¿Qué piensa el boliviano del confort? ¿Prefiere el Walkover a la abarca o la ojota? Y del acullicu? ¿va a reemplazar el postre afrancesado? ¿El mate de coca es de masivo consumo nacional? ¿Qué pensamos de la movilidad social? ¿Estaríamos acaso de acuerdo en que un heladero (tipo Tom Cruise, pero nacional) sea presidente en el futuro? ¿Preferiríamos que siga siendo heladero?

En diálogo con Carlos Montenegro muestra la necesidad de comprender qué razonamiento es nacional y cuál un resabio colonial, interpela a la compresión de los complejos traumas y se sorprende del menosprecio al telurismo por grupos sociales en contra de los cimientos del país.

Lema considera imprescindible la aceptación de lo que somos, es decir, un país de matriz indígena, y esta aceptación de lo que somos es la vía para construir un mejor camino.

Completamente de acuerdo con la matriz del autor, pero yo creo que si nos quedamos con un telurismo folklórico, pachamamista, poco avanzaremos en las transformaciones cualitativas de las instituciones y la formación del ser boliviano.

Encuentro una tensión en Gonzalo Lema sobre la construcción de lo boliviano. Considero que el autor es el reflejo de una Bolivia que se transforma aceleradamente en algunos aspectos y en otras no existe ninguna transformación cualitativa.

Por ejemplo, hoy vemos a los ciudadanos con mayor acceso a las tecnologías y la información pero no sabemos el impacto en la calidad de vida de los ciudadanos. A pesar de que vemos a mucha gente ocupada en su celular no sabemos la calidad de información y si eso les permite reflexionar mejor.

También es posible que los niveles de lectura y comprensión no se hayan elevado. Asimismo es posible que todo ese acceso a la información no transforme nuestras conductas como ciudadanos. También es posible que a pesar de estar cargados de objetos tecnológicos no sabemos si los ciudadanos se alimentan mejor, si se ha elevado el índice de nutrición, si se ha mejorado el seguro médico.

Es decir si tenemos asegurada nuestra salud con una mínima atención médica digna que garantice nuestra existencia sin exclusión por no tener los recursos económicos para una atención privada.

Como Lema nos dice, el no alternar en el poder puede producir el desencanto. Esto significa que no hemos interiorizado como sociedad los principios de la democracia.

Es decir que a pesar de que ya no vivimos en dictadura no hemos transformado nuestra ciudadanía cualitativamente.

Los escritos de Lema reflejan a una generación que se mueve entre estos dos polos y que no actúa claramente. Entre un discurso de una democracia abierta, pluralista y un telurismo que se confronta a lo foráneo y exige la construcción de lo propio.

Entonces en diálogo tal vez deberíamos determinar qué es eso de lo propio para construir un proyecto de nación, según entiendo reconocer la matriz indígena, de acuerdo, pero ¿será suficiente? Estoy de acuerdo en que todos somos indios sin importar a que estrato social pertenezcamos, ni las clases altas se libran de esta matriz, así se justifiquen con vertientes ascendientes del extranjero porque basta que una línea parental sea boliviana ya no podrán negar su matriz indígena, así no les guste. Sin embargo todo este telurismo ¿nos ayudará a transformar las instituciones?

Vemos que muchos, así sean indígenas a diestra y siniestra, desean perpetuarse en el poder sin ninguna transformación verdaderamente democrática para los ciudadanos y vemos también teorías teluristas que quieren conformar un Estado bajo el predominio de una etnia sobre otras, naturalizando la expansión y dominio. Es en este sentido que sí debemos desconfiar del telurismo y de lo que se quiere denominar como lo propio.

Continuará

Para tus amigos: