Domingo 30 de julio de 2017
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En la lejana adolescencia, cuando no sabÃa lo que era vivir bajo un régimen estalinista, la iniciación de relaciones diplomáticas entre Bolivia y la Unión Soviética fue la apertura a un mundo cultural deslumbrante, desde la presencia del director ruso en la Orquesta Sinfónica Nacional hasta otras actividades.
Hace poco recordaba Alfonso Gumucio el significado de la llegada del poeta Yevgueni Yevtushenko (Eugenio Evtuchenko), gestionada por la Universidad Mayor San Andrés. Ese recital fue para mà una epopeya y el viernes 11 junio de 1971 me fui muy temprano a ganar butacas en la segunda fila del Paraninfo Universitario. La numerosa familia querÃa escuchar al gran poeta pues durante dÃas mi padre nos habÃa contado sobre él y sus poemas. "Presencia" le dedicó muchas notas. Escuchar a aquel enorme ser, desgarbado y mÃtico, de voz algo seca, recitar en ruso y en español, fue maravilloso. Sentà que el mundo llegaba a La Paz todavÃa provinciana. Aprendà a amar a Alexander Pushkin para siempre.
El ciclo de pelÃculas rusas en el Cine 6 de Agosto fue otro gran momento. La premier proyectó "La Guerra y la Paz" (1967) que habÃa cosechado grandes premios. La intervención de 120 mil soldados, "de verdad", impresionaba a los espectadores. Imposible olvidar la llegada de la mejor Natascha de la historia del cine, Ludmila Savelyeva. Ella esperaba al ingreso, en ese maravilloso hall con la escalera de espiral, vestida de azul y con el ramo de flores en sus brazos. Trémulo el poeta y crÃtico de cine Julio de la Vega besó su mano. Lloramos y sentimos el film como sólo puede suceder en una sala a oscuras. No faltaron las versiones sesenteras de "Ana Karenina", "Crimen y Castigo" y el mejor "Don Quijote", en blanco y negro, con el flaquÃsimo actor y su larga lanza y el Rocinante que se partÃa en dos mientras intentaba trotar con su amo. Ludmila apareció después en "Los Girasoles de Rusia" junto a Sophia Loren.