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Sábado 29 de julio de 2017

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Revista Tu Espacio

CINE

"Cómo ser un latin lover": El caminado de Derbez

29 jul 2017

Fuente: William Venegas (nación.com)

Entre comedia y drama familiar corre filme que apuesta a dos nombres: Eugenio Derbez y Salma Hayek

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Bastó con reunir en pantalla grande a Salma Hayek con Eugenio Derbez y la película Cómo ser un latin lover devino en éxito de taquilla en Estados Unidos, gracias a la comunidad latinoamericana que vive y trabaja (produce riqueza) en dicho país.

El filme viene dirigido sin mayores habilidades por el neoyorquino Kenneth Joseph "Ken" Marino, quien se limita a poner las cámaras al servicio de los mencionados histriones, sobre todo para mostrar -a la saciedad- muecas, gestos y hasta el caminado del mexicano Eugenio Derbez. Es extraño que Eugenio Derbez, quien por ratos tiene talento propio, en otros momentos insista en parecerse a Cantinflas, de quien está a leguas de distancia y a quien nunca va a alcanzar, ni aunque se monte en el burro amigo de Shrek.

De Salma Hayek ya sabemos, hoy sí, mañana no, actriz irregular, quien esta vez tiene el mérito de no creerse diva y saca bien su personaje de madre abandonada por su esposo, con un hijo y hermana de Máximo (Derbez), gigoló por profesión, esto es, joven que ofrece "sexo prepago" a mujeres mayores, incautas y con mucho dinero.

Por cierto, dentro de esas mujeres adultas mayores, de tercera edad (según el eufemismo), en esta película vemos a la inolvidable Jo Raquel Tejada, mejor conocida como Raquel Welch, nacida en 1940, en Chicago. En su momento, la señora Welch fue eso que en inglés se le dice sex symbol. Los latinos tenemos otro vocabulario.

Con desenfado y sin miedo a la vejez, Raquel Welch nos da las mejores secuencias de la película: allí hasta el propio Eugenio Derbez resulta "apachurrado". En fin, lo real es que la película tiene secuencias agradables como especie de teleprograma hecho cine, a fuerza de alargar situaciones semejantes.

Gracias a la presencia de un niño en la trama (el actor Raphael Alejandro), Cómo ser un latin lover logra pasar de comedia agradable, no siempre bien narrada, a melodrama cursi, que es cuando la película se viene cuesta abajo en la rodada (como dice el tango). En tanto, Máximo se esfuerza por educar al niño, su sobrino, en las habilidades de un "latin lover".

Digo esto al margen: lo que me ha resultado más chistoso es llegar a la sala de cine (Cinépolis) y encontrarme que en los carteles publicitarios de este filme, donde se lee "Cómo ser un latin lover", la expresión "latin lover" fue medio tapada con un cartelito donde, en su lugar, se lee "chulo". (Risas).

Eso no deja de ser una falta de respeto para el público, por inculto que este sea. Tal medida es producto de una condición limitada, tanto como la técnica del filme, aunque a este se le puede rescatar su buena intención para estructurar algún discurso en favor de los lazos familiares.

Fuente: William Venegas (nación.com)
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