Jueves 27 de julio de 2017
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El profesor mexicano Miguel Carbonell, en uno de sus artÃculos menciona las cualidades que debe tener un presidente democrático. Encabeza la lista la "habilidad como comunicador público". Y afirma: "No sirve de nada que tenga buenas ideas si no es capaz de explicarlas y defenderlas en público. En una democracia, los polÃticos no deben solamente vencer, sino también convencer; y eso se hace hablando, dialogando, comunicando proyectos, iniciativas, propuestas, etcétera". Claro está que el autor da por sobrentendido que un mandatario sólo debe hablar lo necesario para anunciar y explicar polÃticas, aclarar dudas y fijar la posición de su gobierno en temas nacionales e internacionales, y que esto debe hacerlo con seriedad, mesura, sobriedad y respeto.
Esa sensatez en la comunicación nunca fue atributo de los populistas autoritarios. Con mucha frecuencia incurren en hipérboles, bravatas, descalificaciones y aun insultos, con la idea de que asà se favorece una causa propia o la de un aliado. Es que se confunde firmeza con agresividad -peligrosa en el campo internacional- que sólo capta animosidades. El mandatario dÃscolo que lanza diatribas, a la larga se queda solo, aislado, y eso lo sufre su paÃs.