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Domingo 23 de julio de 2017

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Revista Dominical

Franz Kafka: exhaustiva fantasía y psicología

23 jul 2017

Por: Raúl Pino-Ichazo Terrazas

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Las obras de Kafka se las conoce por la acción de los editores que acentúan la difusión sólo de las obras más conocidas y que constituyen los iconos de este inextricable y excepcional escritor. Como ejemplo citamos su creación "Carta al padre" y, el que leyó esta obra, constatará lo intensa e influenciable que se erige en su esencia y que puede marcar al sujeto para toda la vida, se sentirá embelesado por la narrativa de Kafka describiendo hasta los detalles más profundos e íntimos sobre lo que se puede enmarañar en una relación padre e hijo y lo que puede enseñar a los padres e hijos actuales con su lectura.

Si esta lectura se recomendara por los padres a los hijos cuando surgen las inevitables discusiones existenciales y los gritos de más libertad que constantemente reclaman los hijos, se atenuaría la tensión y se vislumbraría la cruda realidad de la vida y cada uno haría su mea culpa y reconducción de sus actitudes, porque si no lo hace ese distanciamiento será difícil de atenuar en la fase adulta, mejor se acentúa, y se obtendrá tristemente el resultado irrecuperable que padre e hijo nunca se conocieron.

El mérito de Kafka en esta pequeña obra es la crítica simultánea que hace a su padre y a sí mismo, es decir, él no se expurga de sus faltas, acción que requiere en los humanos extrema sinceridad y análisis diáfano de su persona. Anhela establecer una relación estable, respetuosa y consecuente a los roles de cada uno.

Esta obra la leí en Múnich, en los tiempos de estudiante y confieso que me dejó perplejo por las coincidencias incontrastables que fungían en mi propia vida. La leí nuevamente después de tres años, también en Múnich, y mi asombro fue mayor al comprobar que había dejado algunos pasajes sin el ingreso de intelección necesario.

"La Metamorfosis", es una lectura psicológica con una inacabable influencia de la fantasía, imposible de quitar de la mente por un buen tiempo. Imagine el lector, dentro de esta fantasía, que si todos los que sufrimos el hierro candente del avasallamiento de nuestra libertad; porque también es conculcación de la libertad cuando hoy se sufre la injusticia en la justicia, por el temor que sentimos hacia ella que incesantemente se desprestigia con las sentencias no meditadas y alejadas de la aplicación correcta de los códigos y la insustituible y meticulosa apreciación de las pruebas y nos convertimos en bichos sin autoestima ni capacidad de decisión, viviendo sometidos al paroxismo del miedo y del poder.

Praga es una ciudad con atracción magnética por la simbiosis entre una arquitectura gótica y bella que nació a las orillas de río Moldava; hay algo misterioso en esta ciudad, algo secreto en sus estrechas calles e iglesias, que miran al puente de Carlos que dibuja la escenografía del pasado y cruzándolo se está en Mala Strana, donde otro escritor Jan Neruda escribió sus cuentos; de este escritor tomó su apellido el chileno Pablo Neruda. Los cafés de Praga forman una extraña confabulación y confidencia donde los tertulios, como en el Café del Club de La Paz, el de Oruro, el club social de Cochabamba y el de Santa Cruz, exponen sus especulaciones y vaticinios sobre la política, el deporte y los chismes puntuales. Es allí donde Kafka mientras conversaba con su núcleo de amigos, estaba íntimamente esbozando en su cerebro, sin hacer notar, su próxima obra, y casi todas apuntan inequívocamente a una vocación profética del autor, en cuanto pareció vislumbrar la irrupción del nazismo, del comunismo como de fuerzas autoritarias y el holocausto.

Kafka supo interpretar estas variables del posicionamiento y actitudes del otro, sin respeto y comprensión Kafka se interesó posesivamente por el otro, por la otredad, pues tenía certeza que en el otro encontraría afirmaciones, negaciones y deposiciones de la conducta humana. Ese es el ámbito del nacimiento de su vigor de pensamiento y la irrefragable potencia narrativa y la manera peculiar de expresar temas universales.

Visité Praga muy joven, desde Alemania, a instancias del Dr. Ramiro Medina Terrazas, que como pocos bolivianos logró terminar dos doctorados en Química en el Technische Hochschule de Múnich; una de las universidades tecnológicas más prestigiosas del mundo.

Mi primera visita me conmocionó por el ambiente cultural que se vivía y el intercambio amistoso de opiniones que sosteníamos con los estudiantes de la famosa primera universidad de Europa central; sin embargo, en mi tercera vista me pilló la invasión de la URSS a la entonces Checoslovaquia; confieso que fue un susto mayúsculo sin consecuencias, gracias a un teniente ruso que hablaba alemán que aceptó mis argumentos de estudiante en Múnich y autorizó el paso del coche rumbo al primer punto fronterizo de Alemania.

Para concluir se debe evocar la fidelidad de su compañera Dora Diamant y de su amigo Max Brody, que no acataron la voluntad de Kafka en su testamento de quemar sus obras. Imagine el lector lo que se hubiese privado a la humanidad.

* Abogado, posgrado en Interculturalidad y Educación Superior, Conciliación y Arbitraje, doctor honoris causa, docente, escritor.

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