Casi a finales del año pasado, un operativo combinado de efectivos militares, policiales (COA) y funcionarios de la Aduana Nacional de Bolivia (ANB) cercaron la localidad de Sabaya, en el distrito de Oruro, donde se ubicaron en garajes de varias viviendas cincuenta camiones llenos de contrabando y bajo celoso cuidado de encargados y hasta de familias enteras, por tratarse de un "capital en giro" de comerciantes del lugar, consistente en algunos millones de dólares.
Tras el operativo que desató airadas protestas de vecinos de Sabaya y de manera especial de los propietarios de camiones y mercadería, la Aduana cumplió su parte, decomisó gran parte de la mercadería, alguna fue sacada sigilosamente de la localidad, evitando su confiscación. Con ese golpe, se supuso que era el final de una actividad que ubicó a Sabaya, población orureña cercana a la frontera con Chile, como el "centro del contrabando" a nivel nacional.
Evidentemente se comprobó en ese operativo y otros posteriores que en Sabaya se concentraba el movimiento mayorista de los contrabandistas, la mayoría bolivianos, muchos vecinos de esa localidad, pero también se detectó la presencia de elementos chilenos que se movían en el ilícito comercio de introducir desde puertos chilenos mercadería variada y hasta movilidades indocumentadas, que "guardaban" temporalmente en domicilios de sabayeños. Con el golpe asestado se supuso que el negocio desaparecería en esa localidad, disponiéndose de estrictos controles para cerrar el paso a contrabandistas y evitar su reubicación en el mismo sitio u otra comunidad.
Pero pasado el tiempo y en no más de medio año, en Sabaya no se ha cambiado totalmente la vinculación de sus pobladores con los contrabandistas, aunque ahora con un negocio diferente que consiste en el desmantelamiento de varios modelos de vehículos indocumentados comprados en Chile a precios bajos y la distribución de los repuestos, autopartes al por mayor que se venden en los mercados de la ciudad de Oruro, en una feria en el Alto, en Santa Cruz y Cochabamba, detectándose que ese negocio reporta a sus procesadores un ingreso cuadruplicado de utilidad, pues un auto completo les cuesta algo así como 1.000 $us y la venta de todos sus repuestos, incluyendo puertas y parabrisas les representa un ingreso de 4.000 $us.
Como prueba de este tipo de operativos, las pampas de Sabaya son testigos de lo que queda de los motorizados, carrocerías inutilizadas, el cascarón de los coches que ya no se comercializan. Fotos en un reportaje son pruebas de este negocio que se mantiene entre la frontera con Chile y la alejada población orureña que tiene más de 10 mil habitantes y de estos muchos con domicilios que se han convertido en talleres para el desmantelamiento de vehículos "chutos" como se conoce a los coches sin documentos.
Las autoridades de aduana son conscientes de estas actividades y anunciaron que redoblarán esfuerzos a partir de la instalación de un puesto militar cuya edificación se producirá en breve, en tanto como se observa, en la gélida localidad del altiplano orureño, las actividades de contrabandistas y la participación de algunos vecinos del lugar se mantiene, aunque en menor escala, pero de igual manera con un cambio de tareas que hacen lucrativo el negocio de comprar autos baratos en Chile, desmantelarlos en Sabaya y vender sus repuestos en ferias. Una manera de diversificar los beneficios del contrabando incontrolable.
Fuente: LA PATRIA
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