La capitalización de ENFE en 1996 a manos chilenas, no sólo paralizó y destruyó la Red Andina, también engendró una descomunal deuda cuya clasificación en nota Cite. DGA.ENFE.298-04 de 8 de diciembre de 2004, firmada por el Ejecutivo de ENFE-R., dirigida al Presidente de la Comisión de Hacienda de la Cámara de Senadores, Sandro Giordano García, confirma las siguientes cifras en dólares americanos: Juicios Coactivos 9.0 millones; Juicios Laborales 10.8 millones; pago a abogados externos 2.1 millones, sumados sobrepasan 2200 millones de dólares. A la fecha por diversas razones ha debido duplicarse.
Este hecho insólito es una demostración, como denuncié en reiteradas ocasiones, que el proceso capitalizador de los ferrocarriles tenía fines geopolíticos impulsados por Chile.
Han transcurrido 14 años, tiempo en el que nuestros gobernantes de turno, neoliberales con diversas ópticas políticas, nacionalistas, y socialistas de izquierda, no tuvieron la capacidad de examinar lo que ocurría en el frente ferroviario; es más, no supieron planificar el mejor uso de los recursos eventualmente generados en los primeros años de la capitalización ferroviaria y evitar la acumulación de millonarias deudas y, más que todo, estructurar una sustantiva modificación a los Contratos de Concesión y Licencia, instrumentos en los que no participaron profesionales y expertos ferroviarios bolivianos.
Al cabo de un fuerte intercambio epistolar con la Superintendencia de Transportes, en fecha 12 de julio de 2002, obtuve información CITE. STR-1429-2002 referida a las contribuciones al TGN por las empresas capitalizadas, FCA S.A. y FCO.SA., en los años 1996-2000: IVA-IT-RCIVA- Tasa Regulación-Contra Prestación-Arriendo, Andina $us 7.737.000; Oriental $us 40.722.000, tota: $us 48.459.000.00
Como podrá observar el común de la ciudadanía, si la capitalización tenía como objetivo la modernización y expansión de los ferrocarriles, por qué nuestros gobernantes de turno no supieron utilizar mejor los recursos mencionados; evitar a ENFE-R deudas difíciles de explicar, a su vez, con garantía de esos recursos económicos financiar unos 100 millones de dólares para recuperar y recomponer el ramal Oruro-Cochabamba, adquirir nuevo equipo tractivo y rodante, es decir, ejecutar el Proyecto JICA del Japón de 1995, habilitar la estación central de Cochabamba para engranar: ferrocarril-camión para el tráfico internacional vía Pacífico, hasta tanto, en un lapso de 5 a 10 años concluir el Proyecto Aiquile-Santa Cruz.
Nada de esto sucedió -reitero-, porque en la mentalidad de los gobernantes de turno no hubo asomo de valoración del transporte ferroviario, ignorancia o lo que se llame, permitieron la destrucción de la Red Andina y la consiguiente anulación del Corredor Ferroviario Transcontinental Central, cuyas consecuencias se traducirán cuando menos en la duplicación de las cargas impositivas a nuestro intercambio comercial vía Pacífico que en 1970 alcanzaron a 700 millones de dólares, motivada en nuestra condición mediterránea. El sistema ferroviario no la elimina, disminuye y evita su incremento.
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