México-Estados Unidos: Derribar muros y no construir nuevos
22 jul 2017
Adhemar Ávalos Ortiz
La historia de las relaciones entre los Estados Unidos y México ha sido extremadamente asimétrica debido a los afanes imperialistas de los primeros que siempre han tratado al segundo como a un Estado de ínfima categoría y a sus habitantes como a delincuentes o mendigos según la coyuntura concreta. Las humillaciones por las que deben pasar los mexicanos y ciudadanos de otros países del sur del continente en el país más al norte son incontables y convocan al más encendido repudio de los latinoamericanos por tanta soberbia y racismo.
Y desde la asunción del gobierno de Donald Trump, un sujeto ignorante e insolente, las cosas han empeorado para México, empezando con la pretensión de revisar el Tlcan (Tratado de Libre Comercio de América del Norte) y concluir un muro que separe casi por completo a ambos países a fin de detener la migración de mexicanos a los Estados Unidos por razones económicas y de supervivencia vital. Para colmo del cinismo, el Presidente norteamericano pretende ladinamente que su vecino pague por el denominado "muro de la infamia".
Gran parte de la población norteamericana, la inmensa mayoría analfabeta en geografía e historia, niega el derecho de los mexicanos a trasladarse a territorios que históricamente son suyos y que perdieron por la intervención estadounidense en México del siglo XIX. Fue un conflicto bélico bárbaramente injusto que enfrentó a ambos países de 1846 a 1848. Se inició a consecuencia de las pretensiones hegemonistas de los Estados Unidos, cuyo primer paso fue la creación de la República de Texas separándose del Estado mexicano de Coahuila y Texas y creando el actual Estado de Texas tomando una parte de los territorios mexicanos de los estados de Coahuila, Tamaulipas, Chihuahua y Nuevo México. La posterior invasión estadounidense a México tiene sus antecedentes en las políticas expansionistas de Estados Unidos: la compra de Luisiana a Napoleón Bonaparte y la firma del Tratado Adams-Onís de 1819 con el que España cedió la península de la Florida.
El Congreso de los Estados Unidos declaró la guerra a México el 13 de mayo de 1846, lo que le permitiría conservar Texas y apropiarse de los codiciados y ricos territorios de Alta California y Nuevo México como indemnización de guerra. México declaró la guerra diez días después, enfrentando así una conflagración bélica para la que no estaba preparado ni económica ni militarmente, teniendo un ejército que resultó no siempre equipado para el combate, ni moral ni físicamente. Por otro lado, la obtención de ese territorio por Estados Unidos modificaría la historia de esta nación al convertirse en uno de los pilares de su creciente poderío económico para acelerar su carrera como potencia mundial.
Con el Tratado de Guadalupe Hidalgo, firmado el 2 de febrero de 1848 y redactado en su totalidad por Estados Unidos, se otorgó a este país el control sobre Texas y los territorios conocidos como Alta California y Santa Fe de Nuevo México, apropiándose de lo que hoy son los Estados norteamericanos de Arizona, California, Nevada, Utah, Nuevo México y partes de Colorado, Wyoming, Kansas y Oklahoma (lo que se conoce como Cesión Mexicana). Para México significó la pérdida de casi 3 millones de km², el 60% de su territorio de entonces.
Así, los Estados Unidos, de haber nacido con un territorio pequeño de apenas un millón de Km2, acabaron teniendo acceso a los dos océanos: Atlántico y Pacífico y terminaron abarcando en total más de 9 millones de Km2, sobre la base de sus guerras de rapiña y compras abusivas. Los perjudicados fueron los indígenas norteamericanos, México, Rusia, España, Inglaterra y Francia. Es toda una historia llena de abusos y barbarie, y todavía se creen, los llamados "yanquis", poseedores de la verdad absoluta y "paladines de la libertad".
En cuanto al muro que pretende alevosamente construir Trump, México debe oponerse firmemente al tener la razón de su parte, buscando para ello el apoyo de sus hermanos latinoamericanos y, si es necesario, de todos los pueblos del Mundo. Es imprescindible derribar los muros ya existentes e impedir la construcción de otros. Los Estados Unidos son históricamente un país de migrantes y deben dejar de impedir la libre circulación de personas que tienen derecho pleno a volver a lo que les ha pertenecido siempre. Y la invocación de tratados es absurda ya que fueron firmados con la amenaza de las bayonetas.
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