Los vecinos de los barrios marginales, por un lado, los que viven y transitan por el centro de la ciudad, los que utilizan obligadamente el servicio de transporte público y los que llegan dificultosamente a las laderas de la zona Oeste, coinciden en la necesidad de exigir al municipio obras de servicio y beneficio colectivo, de manera especial la habilitación de vías de circulación, para peatones y por supuesto para motorizados públicos y privados.
El reclamo vecinal conlleva una serie de implicaciones que están directamente relacionadas con la seguridad y comodidad de la gente al transitar por cualquier sitio de nuestra caótica ciudad, principalmente en el centro urbano atestado por la caprichosa decisión de sindicatos y cooperativas de transporte de pasajeros que utilizan ciertas calles para cumplir rutas que podrían ser más beneficiosas si descongestionaran la parte central y facilitarían a los pasajeros usar sus servicios en calles menos congestionadas y muy próximas a oficinas públicas y centros de abasto.
Otro asunto que también es parte de la cotidianidad ciudadana, alterada por la presencia de decenas de comerciantes informales que ocupan las aceras y en algunos casos hasta las calzadas para desarrollar un intenso comercio que les reporta beneficios indudablemente, pero a costa de la incomodidad y la inseguridad de las personas, una situación que sumada a la anterior constituyen un cuadro dramático que no es tratado seriamente por nuestras autoridades.
Soluciones viales, son los principales requerimientos ciudadanos, tomando en cuenta que por cuestión de "ejecutar obras" se imponen algunos proyectos que sin ser de "necesidad prioritaria" se llevan adelante con gastos desmedidos, incluso sacrificando el buen uso de fondos en tareas de mayor beneficio para mayor cantidad de vecinos. Pasos a "desnivel", uno que está fuera de tiempo y todavía seguirá alterando el tráfico en el sector de la Terminal; otro trabajo cuyo resultado no se vislumbra como solución social al problema de tráfico, es la construcción de un controvertido "paso a desnivel de doble piso", aún con serio rechazo de la ciudadanía.
Los ciudadanos orureños cansados con el desorden que se produce cada celebración especial, con el corte de circulación en varias calles, para dar paso al asentamiento temporal de comercios eventuales, demandan de la Alcaldía una solución concreta al problema, que no es otra que la creación de un "campo ferial" en el que vale la pena hacer una buena inversión.
Más calles quedarían expeditas, si además se encara dos proyectos mayores, en el sector central la construcción de un moderno mercado y en la zona Este el embovedado del canal Tagarete, un obstáculo de años, que divide la ciudad en dos partes, ahora vinculadas por una sola avenida que atraviesa de Este a Oeste y viceversa, mientras en más de quince cuadras de Norte a Sur, hay que habilitar una nueva avenida que una la ciudad y facilite el descongestionamiento vehicular y la seguridad peatonal.
Obras de sentido práctico, antes que proyectos controversiales por la inutilidad de servicios o por las limitaciones que generan a la libre circulación, es lo que reclama la colectividad orureña, sin desmerecer algunas buenas intenciones de mostrar ciertos adelantos urbanísticos, pero dejando de lado obras de verdad para tener soluciones viales, que significa más calles con aceras y calzadas expeditas, pero preferiblemente en los barrios periurbanos, donde también los vecinos tienen el derecho de vivir con dignidad.
Fuente: LA PATRIA
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