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Domingo 16 de julio de 2017

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Cultural El Duende

BARAJA DE TINTA

De Oscar Unzaga a su amigo Dick

16 jul 2017

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Primera de dos partes

Querido "Pelado":

Te invito a conversar unos momentos. No de política, sino de nuestras cosillas, como quien dice de uno mismo; como dos amigos que se sientan ante una mesa a discurrir sobre lo que se presenta, sin ánimo preparado. Pero es que, sabes, tengo ansias de conversar.

Estoy en una ciudad totalmente desconocida, donde solo existe un compatriota (de quien precisamente me he ocultado). He ambulado ocho días totalmente solo, dialogando conmigo mismo, de la mañana a la noche.

He recorrido calles, he entrado a bares, bebido el inmenso mar como si recién lo hubiese descubierto y, por fin, hoy domingo no he salido de una pieza de hotel (claro que después de oír misa), hace un calor infernal, me encuentro en pijamas y pienso que tú estarás totalmente cubierto de mantas, en ese "frío polar".

Y me ha dado ganas de conversar con un buen amigo, porque conversar con un buen amigo es saborear un vino añejo, paladeando... Si te contara todas las que he pasado; horas inciertas y horas magníficas, alguna vez un sorbo de amargura que cae al corazón, sin que nadie lo advierta.

Otra vez, una oportunidad magnífica para mis planes, sorpresivamente abierta. Lo que nosotros decimos descuidadamente: la casualidad y no es otra cosa que los dedos de Dios moviendo sutilmente nuestro destino.

¿Qué destino el nuestro? He hecho y he vivido las cosas más impensadas. Ayer como sombra en un claustro, como inmigrante contrabandista, o expulsado de donde no piensas y recibido donde menos crees.

Por nuestra amada causa, que del corazón se ha bajado hasta los tuétanos, he recorrido todos los caminos y he cumplido todas las comisiones, y no sé qué cosas habré de hacer y qué tareas habré de realizar.

Es una fuerza avasalladora la que me empuja, la que me hace posible realizar todos los imposibles, la que no me permite detenerme, la que como si se cumpliera una maldición, parecida en algo a la de Lot me permite todo, menos retroceder, "Esclavo de mi destino".

La vida es polvo y el destino viento, escribió Tamayo. Ese grande entre grandes. Mi destino, con fuerza de huracán, trasporta mi vida de un lado para otro, pero siempre en una sola dirección. Y así, no sé qué podrá ser mañana, a qué playas llegar, qué armas tomaré, qué sendas cruzaré.

Lo único que sé es que es el mismo latido, la misma sangre -limpia y fuerte- que golpea mi corazón hacia el cumplimiento de unos ideales por cuya realización me entregaron muchos su fe... y que yo debo cumplirlos o morir para que se cumplan.

Todo menos defraudar la confianza, pues si el banquero tiene en mucho ser depositario de la confianza de los vecinos, cuánto será serlo del depósito de una esperanza y si por esa esperanza, ha muerto alguno y padecido muchos.

Total que ahora me tocó unos días de soledad y mirando para adentro de mí mismo, me han dado ganas de conversar contigo que eres de los pocos que hablan de mí mismo. Pues yo tan entregado estoy a la obra, que casi ya no tengo nada que sea de "mí mismo".

Muchos me han dicho que yo derrocho cualquier dinero que tengo pues en vez de hacer algo para mí, siempre lo di a los demás. Pero es peor: he dilapidado mi propia vida, repartiéndola entre los que pasaron junto a mí. Y cuando termina el trabajo cesan los fuegos de la lucha y los demás vuelven a lo que es suyo: su hogar, su mujer, sus hijos, su fortuna...

Yo no tengo nada para mí... pues hasta a mi madrecita, que es como yo mismo, la tengo abandonada, sin vivir juntos ni tres meses seguidos, desde hace muchos años.

Hoy me miré al espejo. Gafas sobre los ojos un poco cansados de expresarse. Muchas canas que se miran a simple vista. Se me antoja que cada cana es una ilusión perdida. ¿Estaré terminando mi juventud? ¿Juventud divino tesoro que te vas para no retornar?

Me acuerdo que tengo cuatro cicatrices de lo que yo llamé "mi esgrima con la muerte"... pero, aunque no lo creas, mi corazón es joven. Yo siento que solo vivo por ese corazón enorme, abierto a la esperanza, que Dios tuvo la caridad de darme. De todos modos, me acerco a los pocos simpáticos "40". Fea edad.

Balance de mi vida: la entregué totalmente a un ideal puro y noble. La viví intensamente. No hice todo lo que quería, ni tuve todo lo que amé.

Cuando muchacho solo quería ser poeta, vivir en un campo, junto a la naturaleza y no en la sociedad humana. Mi destino fue todo lo contrario, yo siento que en mí se dieron todas las contradicciones, profunda, dramáticamente.

Por cierto, mi madre me dio espíritu sereno y fuerte. Pero ahí tienes que en mí se dieron todos los contrarios: soy un asceta y un sibarita, un cartujo y un bohemio, un calculador y un romántico, un realizador y un idealista, un frío y un sentimental. ¿Qué alquimista travieso puso en la redoma de mi alma el aliento que conduce a destinos dispares?

Tanto quisiera ser un monje deshumanizado, sin voz material como mi voz interior me llama a la aventura y la bohemia, al deleite de los sentidos, cuyo refinamiento me fascina. Tanto puedo ser un místico del deber, draconiano y severo conmigo mismo, siguiendo los dictados de mi alma, como noctámbulo y andariego, vivir en el desorden. Tanto me da mi alma para el Marqués de Bradomin o para el héroe militar de los germanos.

Soy sibarita que vive en la austeridad, soy un bohemio y vivo en disciplina, soy enamorado del amor, un romántico y vivo en celibato, soy fundamentalmente melancólico pero vivo en permanente alegría. ¿Esta lucha interior no es devastadora? ¿Se da en todas las almas? ¿Una es el deseo y otra es el anhelo? No lo sé.

Continuará

Para tus amigos: