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Domingo 16 de julio de 2017

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Cultural El Duende

Juan Manuel Roca: Mis contrafobias

16 jul 2017

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Sólo por aceptar el reto de una bella mujer que me dice que nada me gusta, me animo a registrar estas amorosas intimidades, estos guiños auto-referenciales que por lo regular evito porque es como sacar a pasear las vísceras en carretilla y porque huyo de los sentimentalismos como un vampiro lo hace de la luz.

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Estoy hecho de filias y de fobias, aunque el aspecto fóbico sea el que por momentos gobierne de manera dominante mis neurosis. Por hoy le he tomado una repentina fobia a mis fobias, para poder hablar un poco de mis filias. La palabra filia viene del griego y significa "yo amo".

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Entendido así, son muchos los yo amo que puedo conjugar sin que en oposición se alboroten del todo mis resabiadas fobias. Resulta difícil amar algo, o a alguien, sin que no haya un rechazo a otros algos y a otros algunos.

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Hay fobias que se truecan en filias. Por ejemplo, cuando alguien apaga, digamos, un disco de Silvio Rodríguez, yo amo más que nunca el silencio. Tengo filias que están habitadas por otras filias, como las muñecas rusas -matrioskas- que guardan adentro otras muñecas.

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¡Cómo no amar un blues de James Cotton, cómo diablos no amar a una pantera negra llamada Nina Simone, a Louis Armstrong, a la trágica Billie Holliday, a Robert Johnson que era un brujo del Delta o a esa reina de la noche llamada Big Mama Thorton, y no sentir al mismo tiempo una filia con su mundo y con su raza! ¡Cómo no amar la palabra de George Jackson desde el presidio de "Soledad Brother"!

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Cómo no gozar el momento cuando se juntan balón e inteligencia para producir en las tribunas la alegría colectiva. Cómo no amar ese momento de la noche en que cesan los ruidos, para el que hay una hermosa palabra: conticinio.

Toda filia es una suerte de talismán. Mis talismanes, en pugna con mis fobias podrían ser, aunque encuentre sin duda alguna inconcluso y en bosquejo mi listado:

Contra la mediocre poesía, Fernando Pessoa.

Contra la mala novela, Malcolm Lowry.

Contra baratijas musicales, Johan Sebastian Bach.

Contra ira, humor negro.

Contra mal teatro, el sueño.

Contra prepotencia militar, Vietnam.

Contra la verbosidad y el costumbrismo, Juan Rulfo.

Contra Guayasamines y Dalís, pintura.

Contra la servidumbre, Henry David Thoreau.

Contra el canibalismo imperante, Lu Hsun.

Contra "el heroísmo profesional" (gracias monsieur Magritte), ironía.

Contra la música militar, Enrique Morente.

Contra los himnos patrios, un bullerengue.

Contra los farragosos, Slawomir Mrozek.

Contra falsos vitalismos, Lao Tse.

Contra los cortesanos, cera en los oídos.

Contra los mediocres, un alud de tomates.

Contra el neorriquismo de los Gimnasios, agua bendita.

Contra la pereza, lujuria.

Contra el ocio patronal, la ensoñación, el ocio creativo.

Contra esterotipia de poetastro, llamar a Rimbaud con pago revertido.

Contra la peste de la obediencia, Albert Camus.

Contra las vilezas, el bello poema "Fuga de la muerte" de Paul Celan.

Contra la miseria humana, René Char.

Contra feudos, Emiliano Zapata.

Contra la banalidad de Andy Warhol, sopas de verdad.

Contra los fascistas, la estampa de Simone Weil, "la virgen roja".

Contra la platitud del mundo, Franz Kafka.

Contra los idiotas nacionalismos, la bandera del aire.

Contra el calcáreo realismo, "La cruzada de los niños".

Contra la solemnidad, una mosca en la nariz del orador.

Contra la religión del dolor en "Sufrida" Khalo, miradas a Tamayo.

Contra los vendedores de humo, gotas de Ambrose Bierce.

Contra falsos lirismos, una pócima de César Vallejo.

Contra los que "borran de la historia que Sócrates bailaba", un danzón.

Contra enlatados fílmicos, Federico Fellini.

Contra la arrogancia feudataria, Manuel Quintín Lame Chantre.

Contra la publicidad, el amor.

Contra el vacío, "Una velada con monsieur Teste" y el mismo Valery.

Contra el clero, claro, el de Asís que vestía con sedas al leproso.

Contra "Desideratas", el tango "Cambalache".

Contra "una pena muy honda", Héctor Lavoe.

Contra la sacarina y el sentimentalismo, Juan Carlos Onetti.

Contra los traidores y sus manos espinosas, un desprecio sin fondo.

Contra el apartheid, el rock en Wembley dedicado a Nelson Mandela.

Contra el tedio, Vladimir Nabokov.

Contra manierismos, gotas de Essenin, Ritsos y Szymborska, al gusto.

Contra la mansedumbre canina, el tigre de Blake.

Contra la palabra imposible, la palabra "nonsense".

Contracorriente, el "Manifiesto de los jóvenes iracundos" ingleses.

Contra lo gregario, el "outsider", figura escasa en nuestro tiempo.

Contra la inmovilidad, "la prosa del transiberiano".

Contra los Salieris de turno, busca un ángel bajo la tapa de tu piano.

Contra quien cubre con ceniza tu puerta, una puerta en sus cenizas.

Contra el olvido, reanima a la mujer de Lot a mirar el pasado.

Contra los que esconden la serpiente en sus sotanas, racimos de ajo.

Contra la sonrisa del Tartufo, la mueca del incrédulo.

Contra el esperanto del dogma, la palabra duda en todos los idiomas.

Contra las Casandras que te auguran desastres, templar la lira.

Contra racismo, saber que si la luna es blanca, la dignidad es negra.

Contra la palabra sibilina del poder, la palabra "no" escrita en la frente.

Contra la estulticia Goya, contra el estatismo Chagall.

Contra los gestos de arrogancia, un bastonazo de Charlot.

Contra la planicie narrativa, Raymond Carver.

Contra el periodismo barato, Karl Krauss.

Contra la melancolía, pastillas de Apollinaire.

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Soy un hedonista de las filias que me ayudan a espantar a sombrerazos mis acosadoras fobias y pasiones irredentas, la magnitud insospechada de mi asco.

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A los mártires de Chicago, amén.

* Juan Manuel Roca. Poeta,

narrador y ensayista colombiano, 1946.

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