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Sólo por aceptar el reto de una bella mujer que me dice que nada me gusta, me animo a registrar estas amorosas intimidades, estos guiños auto-referenciales que por lo regular evito porque es como sacar a pasear las vÃsceras en carretilla y porque huyo de los sentimentalismos como un vampiro lo hace de la luz.
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Estoy hecho de filias y de fobias, aunque el aspecto fóbico sea el que por momentos gobierne de manera dominante mis neurosis. Por hoy le he tomado una repentina fobia a mis fobias, para poder hablar un poco de mis filias. La palabra filia viene del griego y significa "yo amo".
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Entendido asÃ, son muchos los yo amo que puedo conjugar sin que en oposición se alboroten del todo mis resabiadas fobias. Resulta difÃcil amar algo, o a alguien, sin que no haya un rechazo a otros algos y a otros algunos.
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Hay fobias que se truecan en filias. Por ejemplo, cuando alguien apaga, digamos, un disco de Silvio RodrÃguez, yo amo más que nunca el silencio. Tengo filias que están habitadas por otras filias, como las muñecas rusas -matrioskas- que guardan adentro otras muñecas.
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¡Cómo no amar un blues de James Cotton, cómo diablos no amar a una pantera negra llamada Nina Simone, a Louis Armstrong, a la trágica Billie Holliday, a Robert Johnson que era un brujo del Delta o a esa reina de la noche llamada Big Mama Thorton, y no sentir al mismo tiempo una filia con su mundo y con su raza! ¡Cómo no amar la palabra de George Jackson desde el presidio de "Soledad Brother"!
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Cómo no gozar el momento cuando se juntan balón e inteligencia para producir en las tribunas la alegrÃa colectiva. Cómo no amar ese momento de la noche en que cesan los ruidos, para el que hay una hermosa palabra: conticinio.
Toda filia es una suerte de talismán. Mis talismanes, en pugna con mis fobias podrÃan ser, aunque encuentre sin duda alguna inconcluso y en bosquejo mi listado:
Contra la mediocre poesÃa, Fernando Pessoa.
Contra la mala novela, Malcolm Lowry.
Contra baratijas musicales, Johan Sebastian Bach.
Contra ira, humor negro.
Contra mal teatro, el sueño.
Contra prepotencia militar, Vietnam.
Contra la verbosidad y el costumbrismo, Juan Rulfo.
Contra Guayasamines y DalÃs, pintura.
Contra la servidumbre, Henry David Thoreau.
Contra el canibalismo imperante, Lu Hsun.
Contra "el heroÃsmo profesional" (gracias monsieur Magritte), ironÃa.
Contra la música militar, Enrique Morente.
Contra los himnos patrios, un bullerengue.
Contra los farragosos, Slawomir Mrozek.
Contra falsos vitalismos, Lao Tse.
Contra los cortesanos, cera en los oÃdos.
Contra los mediocres, un alud de tomates.
Contra el neorriquismo de los Gimnasios, agua bendita.
Contra la pereza, lujuria.
Contra el ocio patronal, la ensoñación, el ocio creativo.
Contra esterotipia de poetastro, llamar a Rimbaud con pago revertido.
Contra la peste de la obediencia, Albert Camus.
Contra las vilezas, el bello poema "Fuga de la muerte" de Paul Celan.
Contra el esperanto del dogma, la palabra duda en todos los idiomas.
Contra las Casandras que te auguran desastres, templar la lira.
Contra racismo, saber que si la luna es blanca, la dignidad es negra.
Contra la palabra sibilina del poder, la palabra "no" escrita en la frente.
Contra la estulticia Goya, contra el estatismo Chagall.
Contra los gestos de arrogancia, un bastonazo de Charlot.
Contra la planicie narrativa, Raymond Carver.
Contra el periodismo barato, Karl Krauss.
Contra la melancolÃa, pastillas de Apollinaire.
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Soy un hedonista de las filias que me ayudan a espantar a sombrerazos mis acosadoras fobias y pasiones irredentas, la magnitud insospechada de mi asco.
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