Sábado 15 de julio de 2017
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CINE
Spider-Man: Homecoming Cuestión de tiempo
15 jul 2017
Fuente: Manuel Piñón (sensacine.com)
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En una de las escenas climáticas de Spider-Man: Homecoming, el héroe está encima, no dentro, encima de un avión. Sólo él puede evitar que se estrelle contra el skyline neoyorquino.
En otra vida, hace 16 años, cuando Spider-Man tenía la cara de Tobey Maguire y Sam Raimi movía los hilos, se suprimió una escena en la que el trepamuros atrapaba en su telaraña el helicóptero de unos criminales. Entre las dos torres del World Trade Center. Afortunadamente, en 2017 ya hay una generación de espectadores que contemple a Tom Holland, el nuevo Spidey, desviar el avión -¡no me digas que esto es un spoiler, por favor!- sin sentir el pánico post 11-S.
Este pequeño milagro lo ha obrado el tiempo. Y el tiempo es también el ingrediente que convierte Spider-Man: Homecoming en el filme más estimulante que podría esperarse tras siete películas, tres franquicias, dos reboots y una sensación compartida de hartazgo, melancolía y anhelo incumplido. ¿Por qué no podía Peter Parker / Spider-Man balancearse en el Universo Marvel con el resto de Vengadores? Había un montón de villanos, a veces hasta tres por película, un par de novias incluso, pero? ¿por qué no podía venir a ayudarle alguna vez la Viuda Negra o Thor?
La respuesta es que había que esperar al momento adecuado. Básicamente a que Sony, propietarios de los derechos del personaje, se dieran cuenta de que a este chaval le picó una araña, no le mordió un gato radioactivo, y que ya no podían inventarle más vidas. También a que Marvel aceptase que no podían continuar expandiendo su universo superheroico sin afrontar la ausencia clamorosa del personaje más carismático de la editorial.
Fuente: Manuel Piñón (sensacine.com)