Lihn en vida acaba siendo persona pública, escritores como tú y yo no alcanzamos ese estado por razones a plantear, somos personas privadas, poco implicadas en los espacios públicos que sospecho dejamos de necesitar. Al menos yo he dejado de necesitar ese espacio, incluso me opongo a la posibilidad de vivirlo, Cuba no me lo ofrece ni ofrecerá, y en mi interioridad esa "fantasÃa" ha dejado de operar.
Ah, la palabreja, con sus concomitantes destierro, transtierro, ostracismo, migración, expulsión, y el negocio (no del alma que se decÃa en el barroco español) de catedráticos, escritorzuelos, damiselas y poetas normativos que hacen del tema exilio e identidad un estado doloroso, existencial, donde priman la injusticia y la falta de reconocimiento ajeno, y un poder que los patea mientras ellos, rencorosos, patalean, todo ello para mercar, protagonizar, hacerse visibles, estentóreos, y gozar de la prebenda que el poder sabe echarles, del espejismo de ciertas migajas que los envalentona y hace sentirse importantes, esos quince minutos que vaticinó Warhol.
Y descubrir, entre otras muchas verdades, en este mundo ancho y ajeno que dijera Ciro AlegrÃa, la verdad de la roya, de la filoxera, del cornezuelo, del hongo venenoso, del poZso y la hez, lo excrementicio que respeto y reconozco como una variedad más de la luz inconmensurable que se encuentra posada, aposentada, en una partÃcula Ãnfima, sÃlaba o letra de donde arranca el poema.
Entonces, ¿soy un exiliado?
¿Mi encontronazo con el poder me convierte en vÃctima?
Como bien y sano, hago poemas dÃa a dÃa, leo lo que se me antoja y a gusto, atiendo al cuerpo y su salud, converso no con Dios como Machado sino con Guadalupe, trivializo, profundizo, y a la noche duermo a trancas y barrancas, dada mi edad, bastante bien.
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