La práctica, la costumbre y la prudencia nos educan, mediante un aprendizaje continuo y permanente, el cual es difícil de eliminar, ilustración que se obtiene en forma silenciosa y que se adquiere sin darse cuenta.
Existen criterios, muy utilizados por personas que tratan y buscan hacernos pensar que las cosas no pueden cambiar.
Por tanto, nuestro enfoque en educación vial, debe ir en sentido contrario, como afirma Paulo Freire: "Las cosas no son así, están así y vamos a cambiarlas".
Entonces, observar y analizar la complejidad del fenómeno de la circulación, requiere focalizar objetivos pedagógicos y didácticos desde una óptica distinta, cuyos objetivos pedagógicos deben estar vinculados con indicadores que generen eficacia, en referencia a las labores educativas que se dieron y se dan en la actualidad.
Por ello, nos preguntamos: ¿cuáles son estos indicadores?
La vivencia y experiencia, registra y exhibe, que, en la mente del ser humano, aflora en primer lugar, la relación de la educación y la seguridad vial con términos como: "avenida", "control policial", "leyes", "señales", "educación vial", etc.
Debemos tener presente la preferencia del factor humano, para focalizar objetivos, específicos de comportamiento, por ello la observación constituye un recurso privilegiado que debemos utilizar. Es por eso, que uno de los mejores recursos educativos con los que se cuenta es: la observación del comportamiento humano en vía pública.
En el caso que nos ocupa, identificamos acciones del factor humano que expresen inconductas y conductas de riesgo, observando estos comportamientos desde un punto de vista crítico y propositivo.
Hasta acá, se intenta consolidar un proceso de asimilación de conceptos para analizar el comportamiento en la vía, donde se descubren comportamientos que no había tenido en cuenta, por lo que no se debe pensar en individuos abstractos, en cada observación y análisis que se decide emprender, debiendo pensar en sujetos y su contexto particular y específico.
No es lo mismo: el comportamiento de un individuo que vive en zona rural que la conducta de otro que vive o circula en zona urbana, o si tiene edad escolar o es una persona experimentada, etc.
El fenómeno de la circulación tiene aspectos generales y aspectos específicos, por lo que se debe integrar ambos, mediante un punto de partida práctico de experiencias vividas a partir de la observación, para replantear ideas e incorporar formas nuevas de pensamiento, que propongan cambiar la forma de pensar, sentir y actuar del ser humano en cualquiera de sus roles: conductor, peatón, pasajero, ciclista, auxiliar o simple usuario de la vía.
Tratemos de asimilar sin distorsiones el paradigma que nos dejó la didáctica tradicional, inculcándonos conocimientos sobre educación para la seguridad vial, mediante láminas con información e imágenes extractadas del Código de Tránsito y su Reglamento que solo promovieron un aprendizaje memorístico, repetitivo y a corto plazo.
Por eso, la didáctica operativa actual, propone privilegiar el análisis del entorno, de la vida cotidiana y de todo lo que acontece a nuestro alrededor, impulsando reflexión y construcción de conocimientos significativos a largo plazo, incorporando temas del riesgo vial, para que a partir de ese momento, no solamente, el ser humano se limite a conducir o caminar por las calles, sino por el contrario se convierta en un observador minucioso de las inconductas de los demás, desde un punto de vista crítico y reflexivo, proponiendo sugerencias que deriven en posibles alternativas de solución, para este flagelo denominado inseguridad vial.
"Observar y aprender es la clave del éxito".
(*) Capitán de Policía y MSc. Docente
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