Campo de refugiados sirios en Kahramanmaras.- Mahmuad Homo era un bibliotecario en Iddleb, Kafinbel, Siria, hasta 2011. Viv铆a de su trabajo con el Ministerio de Cultura, rodeado de libros y con sus hijos, dos hombres y una beb茅.
Ahora es uno de los tres millones de refugiados en Turqu铆a y uno de los doce millones de sirios arrancados de sus hogares por una de las cat谩strofes humanitarias m谩s graves desde la Segunda Guerra Mundial. Las cifras son dif铆ciles de imaginar para una periodista boliviana; traducidas para la demograf铆a nacional significar铆a que todos los pobladores de El Alto, La Paz y Santa Cruz viesen caer sus viviendas, sus escuelas, sus calles, sus parques y casi todos con familiares muertos.
Es como si la totalidad de los bolivianos tuviesen que irse a Chile, sin saber qui茅n les dar谩 de comer, qui茅n les dar谩 abrigo y c贸mo sobrevivir谩n sus peque帽os hijos- algunos reci茅n nacidos- que recorrieron a pie miles de kil贸metros para encontrar un lugar protegido. El 52 por ciento tiene menos de 18 a帽os.
En el D铆a Mundial del Refugiado, Acnur calcula que m谩s de 60 millones de personas est谩 obligado a salir del hogar para preservar la vida sin saber cu谩l ser谩 su futuro. Naciones Unidas destac贸 que los campos de refugiados turcos son el modelo para el mundo, pero Turqu铆a anuncia que sus capacidades pueden ser rebasadas.
La comunidad internacional ayuda con 526 millones de d贸lares. Turqu铆a destina 12 mil millones de d贸lares para garantizar alimentaci贸n, salud y escolaridad para sirios, iraqu铆es, yemenistas y otros refugiados de Europa del Este.
Los periodistas de 25 nacionalidades, desde rusos a malayos, desde colombianos a sauditas, recorremos los campos que son peque帽as ciudades con casas pegadas, luz, agua, refrigerador, cocina, hay mezquitas, colegios y hospitales de primer nivel. Pero mi colega de Crimea llora al ver las decenas de ni帽os que corren intentando vivir despu茅s de haber visto lo que vieron.
Ahmed, calzado con una sandalia de pl谩stico azul y otra de cuero caf茅, vestido con una remera y un peque帽o short, se niega a sonre铆r, aunque su hermanita intenta calmarlo. La mayor铆a de las familias tienen varios hijos. Otro Ahmed, adolescente, tiene la piel abierta por los d铆as pasados sin agua.
El librero ya no consigue libros. Sus 38 a帽os parecen 50, dice que los turcos son amables y hospitalarios y cuenta que encontr贸 a su amigo de la infancia en el campo, el 煤nico sobreviviente de esa familia. No se queja, pero sabe que no tiene esperanza de volver a casa.
Para tus amigos:
隆Oferta!
Solicita tu membres铆a Premium y disfruta estos beneficios adicionales:
- Edici贸n diaria disponible desde las 5:00 am.
- Peri贸dico del d铆a en PDF descargable.
- Fotograf铆as en alta resoluci贸n.
- Acceso a ediciones pasadas digitales desde 2010.