"Juana Azurduy está nuevamente embarazada cuando combate el 2 de agosto de 1814 con Padilla y su tropa, en el cerro de Carretas. Y Juana Azurduy sufre ya los dolores de parto cuando escucha las pisadas de la caballerÃa realista entrando en Pitantora. Luisa Padilla, la última hija de los amantes guerreros, nace junto al RÃo Grande y experimenta ahora en brazos de su madre los ardores de la vida revolucionaria"´
Cuando leo las lÃneas arriba escritas por el historiador argentino Juan Gantier, trato con todo esfuerzo imaginarme ese escenario y se me desgarra el alma.
Quien haya tenido la suerte de recorrer los valles Chuquisaqueños hacia el norte de PotosÃ, es capaz de encontrar una geografÃa plena de elevaciones enormes por doquier, donde arbusto y roca hacen familia y las crestas se ven tan altas como incansables. Son breves cordilleras que terminan en largas planicies donde el agua es escaza y sus fuentes distantes una de la otra, hermoso lugar para pasear y admirar la naturaleza, pero para combatir, seguramente uno de los peores escenarios.
Mi primer encuentro con Juana Azurduy fue en 1977, una revista en formato de comic trajo a mà las primeras certezas sobre la vida de una mujer que reclama toda mi admiración y asombro.
Las paredes del convento no pudieron retenerla por mucho tiempo, y su indisciplina y rebeldÃa lograron que la expulsaran a los 17, oportunidad que aprovecho para volver a sus tierras. A sus 25 años se casó con el hombre de su vida, quien posteriormente se convertirÃa en el Coronel Miguel Asencio Padilla, hombre de un temple extraordinario, de gran prestigio y un carisma especial que lograba disciplina y obediencia en sus hombres.
Cuando estalló la revolución del 25 de mayo de 1809, a los hermanos Zudáñez su unieron los esposos Padilla. La revuelta que habÃa destituido al presidente de la Real Audiencia de Charcas, Ramón GarcÃa de León y Pizarro fue derrotada a principios del año 1810, cuando los revolucionarios fueron vencidos por las tropas realistas que el virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros, envió al mando del brigadier Vicente Nieto, condenando a sus cabecillas a prisión y al destierro.
Aquello significó para la pareja perderlo absolutamente todo, y desde entonces, sumidos en la clandestinidad, dedicarse como familia al sueño continental que empezaba a convertirse en la campaña independentista que terminarÃa dentro de 15 años con la fundación de la República de BolÃvar en la ciudad de Sucre.
Y la pareja empezó a hacer historia, desde Cochabamba hasta Jujuy, el suelo americano empezó a escribir con sangre y sudor las glorias de los esposos que en diferentes oportunidades se juntaron y alejaron para hacer guerrilla por distintos suelos y diversos paisajes que encumbraron ambas figuras hasta la inmortalidad.
Hoy en dÃa, los homenajes, están a su altura creo yo, pero nunca serán suficientes para honrar el verdadero esplendor que significó la presencia y valor desplegados por la heroÃna más grande que ha conocido este continente.
Cuenta la leyenda, que el inca Huallparrimachi y todos los indios que sirvieron a su mando, veÃan en ella, la imagen de una virgen inmaculada, y encontraban en ella a la Pachamama.
De forma muy acertada creo yo, a partir de este año, las mujeres bolivianas, en la edad contemplada por la Ley, van a poder enlistarse de forma voluntaria en los cuarteles, en unidades especializadas para el tema tengo entendido, a fin de poder hacer el Servicio Militar por el periodo de un año. Tema que hasta ahora, fue un privilegio al que solo los varones podÃan acceder.
Las mujeres de nuestro paÃs tienen un espejo muy grande, inmenso donde poder reflejarse y un modelo lleno de virtudes para seguir e imitar. Bravas hijas de esta tierra, sean dignas de Doña Juana y con ese mismo valor engrandezcan a nuestra amada Bolivia.
(*) Es paceño, stronguista y liberal
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