Miercoles 28 de junio de 2017

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Luego de los cambios - obligados - que se han presentado en la convocatoria y el proceso para elegir nuevos administradores de justicia, parece que la coyuntura debería ser aprovechada en la máxima instancia de modo que se logren mejores resultados en esa difícil tarea de encontrar los profesionales idóneos que aseguren la mejor administración de justicia.
Una serie de escollos están siendo vencidos paulatinamente, con dificultades, pero menos mal admitiendo los errores que alteraban procesos selectivos bajo normas de equidad para unos y otros, aquí la referencia debe hacer énfasis también en "otras", por el incumplimiento en la admisión de igual número de postulaciones en materia de género.
Sin embargo y en organizaciones feministas se reconoce el derecho femenino a participar o no de ciertas convocatorias, no por eludir responsabilidades, sino más bien en resguardo, dicen, de la calidad profesional femenina que no quiere entrar como sucede en la actualidad en el círculo vicioso de la corrupción judicial.
Pero más allá de ese hecho y menos mal con la continuidad participativa de representantes del sistema universitario proseguirá la búsqueda de magistrados, bajo conceptos importantes que valoren la meritocracia, fundamentalmente, pero también correspondería añadir otro concepto de vital importancia para definir la calidad humana del o la postulante y que tiene relación directa con la práctica de los valores humanos. Este acápite puede considerarse de relativa importancia, sin embargo en el plano profesional y sabiendo que los magistrados ejercen acciones directas como juzgadores definiendo la suerte o el destino de personas, su condición humana y su experiencia en el respeto a los derechos ciudadanos tendría un alto sentido valorativo en la calificación de un futuro juez.
Fuente: LA PATRIA