Cuando Donald Trump, no lleva otro apellido por tradición norteamericana, ya se sabía su curso político, y en el tema medioambiental ha llegado al extremo. Su radicalidad preocupa de manera preocupante, no por él mismo sino por su consideración de un asunto grave que termina en una histeria aberrante. Por lo visto no tiene límites basados en su ignorancia histórica. No se parece a Obama, éste era más suave, pero peligroso por sus intenciones en su determinación geopolítica, liquidó a Libia y se atrevió a querer matar a Siria.
Ahora, es necesario entrar en consideraciones científicas, el planeta Tierra lo exige, el que ha estado sometido desde su nacimiento a grandes transformaciones que han ido configurando su evolución y desarrollo, tanto por causas internas, la actividad del magma y la modificación de su eje de rotación, y, por causas externas, los cambios de actividad del Sol y los asteroides y cometas que caían sobre La Tierra. Esto produjo en algunas épocas condiciones imposibles para la vida humana, calor excesivo, y en otras la falta de hielo en los polos o su abundancia en todo el Hemisferio Norte (edades de hielo). Estas modificaciones se dieron sin la presencia o a pesar del ser humano. Pueden darse también en el futuro. Pero no se debe actuar de manera criminal acentuando con nuestros hábitos de vida el efecto invernadero: gases que generan altas temperaturas, dióxido de carbono y metano principalmente, hechos que tendrían consecuencias catastróficas. Por eso es que los gobiernos del Mundo han negociado varios acuerdos para reducir este efecto nocivo con resultados malos en casi todos los casos por la falta de voluntad política. No obstante, el Acuerdo reciente de París ha sido el más esperanzador por sus expectativas razonables y la participación de casi todos los países, incluida Bolivia.
La decisión irresponsable del presidente de EE.UU., Donald Trump, de abandonar el Acuerdo de París sobre el cambio climático ha ocasionado un terremoto político de gran magnitud en la comunidad internacional. Su posición ha sido criticada acremente por científicos, líderes internacionales, activistas y empresarios. Y sus razones para dejar el Acuerdo son falsas. No es verdad que éste afecte los intereses económicos de su país mientras aumenta los de otras naciones, sobre todo Rusia y China, debido a un aspecto básico del Acuerdo de París: cada país anuncia voluntariamente qué proporción de gases de efecto invernadero reducirá en los próximos años.
Por eso el Acuerdo de París, alcanzado en 2015, con todo lo positivo que implicó su firma, también fue criticado por sus falencias, precisamente porque cada Gobierno establece cuánto desea bajar en las emisiones de gases efecto invernadero. Ya es flexible, por ello y, según muchos, poco ambicioso. Pero, representa una esperanza para que la temperatura promedio del mundo no aumente un grado más hasta fines de este siglo. Si ésta se incrementa, los trastornos climáticos, provocados por la pérdida de glaciares y hielo de los polos provocará graves consecuencias para la vida humana, en especial para países isleños y ciudades costeras.
Los ojos del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien acaba de sacar a su país del Acuerdo de París (AP), el cambio climático ha sido poco menos que inventado por un grupo de científicos, casi como una moda intelectual y todo el acuerdo resultante del debate político relacionado con este tema tiene solo costos económicos para su país. Por consiguiente en esta línea de razonamiento, los eventos climáticos extremos son vistos como sucesos regulares en la historia del planeta sujetos a variaciones climáticas normales. Todo es normal excepto algún posible impacto generado por la acción del "hombre". El hombre no habría incidido sobre el clima y, si lo hizo, podría atribuírsele algún impacto, pero no es devastador.
Es notable el hecho de que el ascenso de la temperatura ha implicado el aumento del nivel del mar, los cambios en las pautas eólicas (incidiendo en el recorrido de tempestades), la elevación de la temperatura, la intensificación de las olas de calor, la expansión de la superficie afectada por sequías y el aumento de las lluvias y el empeoramiento de los fenómenos como El Niño o La Niña.
Finalmente, los seres humanos tienen la oportunidad de contribuir a un cambio favorable, oponiéndose a un dictador imperial. De nosotros depende hacer posible una decisión crucial: proteger nuestro medio ambiente.
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