El día 21 pasado del mes que corre, se celebró el Día Internacional de la Música, y la música es el arte de combinar sonidos según las leyes de la medida, armonía y el ritmo. También la música es teoría, son signos (partituras), y un conjunto de composiciones.
Muy arduo sería toparse con un ser humano que no permita penetrar la música en su ámbito íntimo, pues escuchar música clásica o estimulante genera en quién la escucha una visión diferente de la vida, en la mayoría de los casos de forma actitudinal positiva, cuyo resultado motiva a las personas a emprender sus actividades, sean las que fueren, de ánimo menos tedioso o rutinario, y más aprecio a la vida.
Este artículo está dedicado con la virtud de la gratitud, a la eximia pianista y maestra de música orureña, Dña. Sarah Ismael, cuya vida fue una incesante selección de semillas para hacerlas germinar con la impartición de sus profundos conocimientos musicales y destreza admirable en el piano. Con esta noble actividad cosechó muchos valores musicales, cuya lista es extensa, pero, para evitar agravios comparativos no se la refleja.
Fundamentalmente la maestra Ismael se dedicó preferentemente al género clásico, y en sus clases, muy exigentes, por cierto, indicaba, como muchos científicos hoy lo hacen en artículos especializados, el impacto inmediato que en el cerebro genera aprender un instrumento musical.
Decía la maestra, que aprender un instrumento musical con devoción, regularidad y sacrificio, ayuda a las personas a conservar y ampliar sus capacidades auditivas y, sobre todo, evita el deterioro de las facultades cognitivas, cuya expresión actual es la enfermedad de Alzheimer; tocando un instrumento musical se favorece el desarrollo de las iniciativas de rehabilitación cerebral.
Leer una partitura se equipara exactamente al descubrimiento y dominio de un nuevo idioma; el sentirse capacitado a leer una partitura traslada a quién la lee e interpreta a los sentimientos y propósitos del autor; es una vivencia única, sin embargo, aunque muchos creen que solamente es una actividad mecánica, cada nota que se lee y se toca, es tangiblemente una evocación con características de contacto virtual a la época del compositor, percibiendo sus alegrías, vicisitudes y servidumbres humanas.
Los beneficios de la música ostentan su acento en las edades tempranas (4 o 5 años), aunque, afortunadamente, no hay edad límite para acometer el aprendizaje de un instrumento musical.
(*) Abogado, posgrado en Interculturalidad u Educación Superior, doctor honoris causa, docente universitario, escritor.
Para tus amigos:
¡Oferta!
Solicita tu membresía Premium y disfruta estos beneficios adicionales:
- Edición diaria disponible desde las 5:00 am.
- Periódico del día en PDF descargable.
- Fotografías en alta resolución.
- Acceso a ediciones pasadas digitales desde 2010.