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24 de junio: Cuando la sangre apagó las fogatas de San Juan - Periódico La Patria (Oruro - Bolivia)
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Viernes 23 de junio de 2017

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Informe Especial

24 de junio: Cuando la sangre apagó las fogatas de San Juan

23 jun 2017

Fuente: LA PATRIA

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Un hecho que no se refleja a menudo en la historia boliviana, pero que vive presente en el pensamiento revolucionario de la clase obrera, es la denominada "masacre de San Juan", ocurrida la madrugada del 24 de junio de 1967, la cual marcó la vida de muchos y para siempre, como una de las matanzas más crueles en la que la sangre tiñó las calles de siglo XX y apagó las fogatas.

La historia destaca que dos hechos antecedieron a este suceso de sangre: por una parte la situación crítica de la minería nacional y la constante baja de los precios de los minerales colocaban al gobierno en una situación incómoda por la cantidad de trabajadores mineros (más de 36 mil) que tenían a su cargo a finales de 1965, tal como señala Jorge Espinoza Morales, en una publicación de LA PATRIA.

A raíz de esto en 1965 el gobierno de Rene Barrientos y Alfredo Ovando decreta "emergencia nacional en las minas", aboliendo los sindicatos y el movimiento obrero, además de exiliar a 130 dirigentes mineros, entre ellos a Juan Lechín Oquendo.

Al margen de ello en Bolivia ocurrió otro hecho fundamental, la llegada de Ernesto Che Guevara en noviembre de 1966, quien si bien no recibió el respaldo de los campesinos del oriente boliviano ni el Partido Comunista de Bolivia, pero tenía varios adeptos entre los obreros del subsuelo.

Rene Barrientos Ortuño, que ya regía el país a través de un tercer mandato, anoticiado sobre esta situación, decidió aplacar un posible movimiento guerrillero a través del uso de la fuerza militar y así evitar un posible derrocamiento de su mandato.

Entretanto, en siglo XX Huanuni y Catavi se habían realizado asambleas previas donde se determinó convocar a un ampliado para el 24 de junio en el distrito de Siglo XX, donde por ese entonces trabajaban cerca de 5 mil mineros, constituyéndose en uno de los sectores con mayor cantidad de obreros del país.

Los puntos a tratarse eran la situación económica del país por las constantes bajas y las arremetidas gubernamentales contra las dirigencias, donde la posición era apoyar a los dirigentes perseguidos con una mita de trabajo.

La otra posición era la de apoyar la guerrilla liderada por Che Guevara que con antelación ya se habían señalado posturas similares en las asambleas de los demás centros mineros y declararlos como territorios libres.

Al saber de esto, Barrientos no dubitó en mandar un destacamento de los regimientos Camacho de Oruro, Rangers de Challapata, y un grupo de oficiales de la policía, quienes llegaron hasta la estación ferroviaria de Cancañiri en 12 vagones, sigilosamente fueron cercando el campamento minero para dar fin a los afanes del supuesto movimiento guerrillero.

Entre tanto en Siglo XX, las familias ya se iban a descansar después de haber cumplido con las costumbres propias del 23 de junio, donde se encendían fogatas, se consumían bebidas alcohólicas y se jugaba con juegos pirotécnicos.

Cerca de las 5 de la mañana los militares arremetieron con disparos de metralletas y fusiles contra los pobladores, en medio del desorden algunos confundieron los tiros con el estruendo de los petardos, pero luego aparecieron las mujeres y niños con sangre en el cuerpo, producto de la balacera, no pudieron reaccionar pues los militares ya se hacían de la plaza del Minero punto focal del campamento.

Dos periodistas y un fotógrafo de LA PATRIA fueron destacados hasta el lugar del incidente para recopilar toda la información, en la parte principal de la nota se destacaba que "A las 4:55 de ayer, las poblaciones mineras de esta zona amanecieron con intensos disparos de fusiles, ametralladoras y explosiones de dinamita, cuando las fuerzas del Ejército y la Policía ocupaban los campamentos mineros en sangrienta acción".

No se pudo detallar con precisión la cantidad de muertos y heridos, pues algunos dirigentes y obreros de base simplemente desaparecieron como por arte de magia. La cifra oficial de heridos fue de 75 y la de muertos de 27, entre ellos el dirigente Rosendo García Maisman. También fueron intervenidas las emisoras Siglo XX y La Voz del Minero, cuyos locutores informaban desde la clandestinidad sobre los hechos ocurridos y la cantidad de muertos.

Este hecho trágico y sus consecuencias posteriores como el apresamiento del dirigente minero Isaac Camacho quien fue torturado y ejecutado, además de la persecución a Domitila Chungara y otras amas de casa, marcaron con letras de sangre la historia del movimiento obrero que recuerda esta fecha con el encendido de fogatas y no se olvida de los caídos en la Masacre de San Juan.

Fuente: LA PATRIA
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