Cuando un pueblo elige a sus autoridades mediante el voto, es decir, ejerciendo un derecho en forma democrática, lo hace con la condición de que el elegido y sus inmediatos colaboradores lo hagan con vocación de servicio, con honestidad y responsabilidad; lo eligen bajo el entendido de que esas autoridades, al iniciar su mandato, hacen promesas de fe que implican respuestas a sà mismos: "¿Para qué me han elegido? Es, simplemente, para que cumpla con mis deberes, para que actúe conforme a la Constitución y las leyes, para que sirva al pueblo y no me sirva de él y sus bienes".
Cada gobernante, cada funcionario de Estado, al tomar posesión de una situación de servicio debe hacerlo bajo el principio de que se pone a su cargo y disponibilidad muchos bienes, fe y esperanzas de un pueblo; no son cargos que impliquen compromisos para que no hagan nada o para que despilfarren los dineros confiados a su honrada, honesta y responsable gestión y administración; lamentablemente no ocurre esto, y en muchos casos se llega al absurdo de comprometer la buena fe del pueblo, y se lo frustra y se le presenta proyectos o posibles realizaciones ajenas a la realidad, al interés común de la colectividad nacional.
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Muchas veces, el absurdo o falta de seriedad llega a extremos, como el de "construir un ferrocarril sin rieles" o sea también sin suelo en qué asentarlas y hasta se compra los vagones para el transporte de carga; por otra parte, no hay planificación alguna, ni se sabe qué ruta tendrá esa vÃa de comunicación que en todos los paÃses del mundo es importante. No se sabe nada de ello y simplemente se dice que servirá para transportar una producción que está muy distante y que tampoco se tiene conocimiento de cuándo y en qué condiciones ni en cuánto será vendida.
Como bien señala un prestigioso periodista, "Con el ejemplo del ferrocarril sin rieles, único en el mundo, también se pondrán los bueyes detrás de la carreta y no como se acostumbra para llegar a buen destino". El pueblo, por inocente, creÃdo e ignorante de realidades que se lo crea, no cree en lindezas y se da cuenta de lo que es cierto y de lo que esta fuera de la realidad. Es pueblo que soporta y aguanta todo porque tiene la esperanza de que realmente haya cambios en conductas y formas de cumplir la palabra empeñada en sentido de actuar con altura, seriedad, dignidad, honradez y responsabilidad.
¿Qué se puede hacer ante la impostura que cree en fantasÃas imposibles pero que las anuncia como gran conquista, como hecho nunca visto pero que sà es posible en Bolivia? ¡Por favor! Seamos claros, transparentes, honestos en lo que se le dice al pueblo y hasta a la comunidad internacional. Somos paÃs serio y digno, no lo defraudemos y angustiemos.