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Sábado 17 de junio de 2017

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Revista Tu Espacio

PORTAL DE LA SABIDURÍA

Una historia de paciencia

17 jun 2017

Fuente: gnosishoy.com

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En un pequeño pueblo de Turquía, un hombre llamado Hussien se casó con la hija de su vecino. En la fiesta se quedó fascinado por la conversación de dos religiosos eruditos que habían sido invitados a oficiar la ceremonia. Aquellos hombres citaban de memoria largos pasajes del Sagrado Corán; trataban de las complejas interpretaciones.

A la mañana siguiente, Hussein le dijo a su esposa: "Tengo veinte años y siento que no sé nada de verdadera importancia. Deseo ir a Estambul y convertirme en un erudito. Pasó los siguientes treinta años estudiando, yendo de un maestro a otro en búsqueda de conocimiento. Al llegar a los cincuenta años, Hussein partió finalmente a su pueblo, vestido con la ropa de un erudito.

En el camino se detuvo en un pueblo pequeño, los aldeanos estaban emocionados y le pidieron que pronunciara un pequeño sermón luego de la oración. Varios se le acercaron y le invitaron a quedarse con ellos esa noche. El primer hombre que había hecho el ofrecimiento insistió en que el derecho era suyo y Hussein estuvo de acuerdo en quedarse con él.

Después de la cena, el aldeano le preguntó a su huésped cómo había llegado a ser un erudito. Hussein le contó la historia de su vida, cómo había dejado su casa el día después de su boda para ir a Estambul y llegar a ser un erudito.

El aldeano dijo: "¿Puedo hacerte una pregunta?, "Desde luego, pregunta lo que quieras", respondió Hussein. "¿Cuál es el principio de la sabiduría?".

Hussein mencionó todas las respuestas que había aprendido, pero el aldeano se negó a aceptar ninguna de ellas como la respuesta correcta. Finalmente se rindió y le preguntó a su anfitrión si él lo sabía.

El aldeano dijo: "No te puedo enseñar en una noche lo que no has sido capaz de encontrar en estos treinta años de estudios. Eres un hombre sincero e inteligente. Estoy seguro de que te puedo enseñar el principio de la sabiduría en un año. Al día siguiente, el aldeano llevó a Hussein al campo. Trabajaron tan duramente que aquella noche terminó rendido. Esto continuó todo un año.

Al fin del periodo, Hussein le pidió al aldeano que le enseñara el principio de la sabiduría de una vez por todas. El lugareño respondió que se lo enseñaría a la mañana siguiente. A la mañana siguiente, después del desayuno, el aldeano le pidió a su mujer que preparase una bolsa de comida para su invitado de honor, con pan fresco para el viaje, fruta y carne.

"No intentes engañarme", dijo Hussein. "Me he pasado un año trabajando como un burro tan sólo para aprender el principio de la sabiduría. ¿Cuál es?".

"Paciencia", dijo el aldeano. "No, no me hagas esperar más", gritó Hussein, "me lo tienes que decir ahora".

El aldeano se volvió hacia su huésped y le dijo con la mayor seriedad: "El principio de la sabiduría es la paciencia". Hussein se puso furioso. "Me has tomado por tonto y te has aprovechado de mí".

El aldeano respondió: "Cuando hace un año te pregunté cuál era el principio de la sabiduría, no fuiste capaz de contestar. Y cuando te pregunté si estabas dispuesto a pasar un año conmigo para aprender la respuesta, estuviste de acuerdo. Hace un año, no eras capaz de comprender la respuesta. Durante todo este tiempo te he enseñado la paciencia y la verdad es que tienes que ser paciente para aprender cualquier cosa importante. Has experimentado la paciencia, y ese es el verdadero aprendizaje".

"Un erudito lleno de sabiduría sin digerir, que no ha aprendido a aplicar lo que sabe a su propia vida, es simplemente como un burro transportando una carga de libros. Los libros no han hecho nada por el burro, y tu estallido muestra que todo tu aprendizaje no ha servido de nada".

Hussein caminaba lentamente de vuelta a su ciudad natal, meditando sobre lo que había escuchado aquella mañana. Cuando llegó a su antigua casa era ya de noche. Al mirar por la ventana, vio cómo su mujer abrazaba y acariciaba el pelo de un joven. En un primer momento se quedó atónito, mas luego se enfureció al ver que su mujer había tomado a otro hombre durante su ausencia. Hussein sacó una pistola y estaba a punto de matar a la pareja, pero recordó su lección de un año de paciencia.

Decidió enterarse bien de todos los hechos antes de actuar. Se fue a la mezquita del pueblo, todos los aldeanos quedaron impresionados con sus vestiduras de erudito y le trataron con gran respeto. Hussein empezó a hacer preguntas "¿Y qué pasó con aquel hombre llamado Hussein, que hace años se fue del pueblo para ir a Estambul? Uno de los vecinos respondió: "No hemos oído de él en más de treinta años. Su mujer tuvo grandes dificultades cuándo él se fue, se había quedado embarazada aquella noche y tuvo que trabajar mucho durante años para criar a su hijo ella sola. Educó a su hijo para ser un hombre erudito, lo mismo que había querido su esposo. Ahora, él es nuestro imán y maestro.

Hussein estaba profundamente conmovido empezó a llorar al pensar en los esfuerzos de su mujer y el hijo que ni siquiera había llegado a conocer. Justo entonces, entró en la sala un joven, hermoso y radiante, vestido con las ropas de un imán. Era el mismo hombre que Hussein había visto en su casa.

Después de la oración, Hussein se volvió hacia el pueblo de su maestro y se postró con profunda humildad: "Miles de gracias y miles de bendiciones para ti, mi maestro incomparable". Cuando los aldeanos le preguntaron qué significaba aquel extraño comportamiento, les contó toda la historia, que él era aquel Hussein que había salido de su pueblo treinta años antes en búsqueda de sabiduría, y les relató cómo había pasado un año aprendiendo la paciencia, y cómo aquellas enseñanzas habían evitado una terrible catástrofe. Abrazó a su hijo y los dos volvieron juntos a casa.

Fuente: gnosishoy.com
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