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Jueves 15 de junio de 2017

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Ecológico Kiswara

Tierra del Fuego, donde el pingüino es el rey

15 jun 2017

Fuente: Bahía Inútil/Chile, (EFE)

Por: María Luisa Maestre

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La historia de la colonia de pingüinos rey, que habita en Bahía Inútil está envuelta en el misterio. Nadie sabe por qué estos simpáticos visitantes han vuelto tras miles de años a este paraje, uno más de los grandes atractivos turísticos de la Patagonia chilena.

Una ruta costera de poco más de un centenar de kilómetros lleva desde Porvenir, la capital de la provincia de Tierra del Fuego, hasta el Parque Pingüino Rey, en Bahía Inútil. La carretera discurre entre la pampa inabarcable, salpicada de guanacos (llamas) e inmensas estancias ovejeras, y un mar gélido y gris como pocos.

El parque es una sucinta instalación privada que se autoabastece energéticamente con placas solares y aerogeneradores. Posee un pequeño centro de visitantes donde se les imparte una breve charla introductoria y proporciona una detallada relación de las estrictas normas a seguir para garantizar la tranquilidad de los animales.

Los turistas se sorprenden de las mil preguntas que permanecen sin respuesta sobre el origen de la colonia. Se sabe que esta especie poblaba en abundancia buena parte de la Isla Grande de Tierra del Fuego, y también que desapareció por completo de este territorio, quién sabe por qué, hace miles de años.

Desde entonces, las costas fueguinas no habían sido sino lugar de paso en sus migraciones desde la Antártica, las Islas Malvinas o las Georgias del Sur.

Con cierta frecuencia se avistaban ejemplares aquí y allá por breves espacios de tiempo. Sin embargo, en 2006 empezaron a llegar pequeños grupos para quedarse, y la colonia ha continuado creciendo hasta hoy, que ya cuenta con unos 80 individuos, la mitad de ellos, crías nacidas en este mismo entorno.

Una valla de madera con espacios habilitados para observar sin ser vistos, separa a los turistas y observadores de los pingüinos. Ellos se encuentran a una veintena de metros, ajenos a la curiosidad y simpatía que generan. Las aves se mueven con divertida torpeza dejando ver sus características siluetas, pintadas en blanco, negro y un llamativo anaranjado que le cubre parte del cuello y el pecho.

Los turistas parecen olvidarse del frío y del tiempo contemplándoles a simple vista, escudriñando detalles con sus prismáticos o grabando con sus cámaras cada movimiento y gesto.

Aunque el parque permanece abierto buena parte del año, el verano austral es, sin duda, el mejor momento para programar una visita. En época de cría resulta tierno e interesante contemplar a los polluelos al cuidado de su padre o a ambos progenitores turnándose para incubar un único huevo en una somera hendidura arañada en la tierra.

Fuente: Bahía Inútil/Chile, (EFE)
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