Elemental sentido de piedad y caridad cristianas debería impulsar al tirano venezolano Nicolás Maduro, a poner fin a la victimación de ciudadanos cuyo único delito es pedir libertad y respeto a sus derechos; un pueblo que soporta la tiranía sangrienta que hasta ahora ha cobrado 66 muertos y más de mil heridos por las acciones de la Guardia Nacional que sólo recibe órdenes de la tiranía para reprimir al pueblo por todos los medios.
La comunidad del mundo, conjuntamente lo que ocurre en Siria, las acciones del terrorismo a nivel mundial y las políticas tiránicas del gobernante venezolano, sufre a diario bofetones a su dignidad y la hace indefensa ante la situación que tan sólo se explica con el hecho de que el gobierno venezolano "es democrático porque fue elegido legalmente", una legalidad que está puesta en duda por las acciones que se ejercitan contra los derechos del pueblo.
Hambre, necesidades de hasta lo más necesario para los hogares, inseguridad absoluta por los abusos de la Guardia Nacional, bloqueos en calles y avenidas por donde deben pasar los manifestantes que reclaman elecciones y conclusión de los hechos más que terroristas y que han conculcado la Constitución y las leyes.
La insanía del presidente Maduro representa a tiranos como Hitler, Stalin, Idi Amin Dadá, Mussolini, Fidel Castro, Kim Il Hong y otros sanguinarios que han derramado sangre inocente matando a niños, mujeres, ancianos y personas opositores amantes de las libertades, la justicia y la democracia.
Lo extraño es que hay en el mundo personajes políticos que apoyan al señor Maduro, que creen que está en su derecho de obrar como lo hace. Parecería que poco o nada importa a esas personas que Maduro haya ordenado la muerte de más de 60 personas y causado heridos a más de mil personas, que haya hambre e intranquilidad en todo el pueblo; nada importa que la Guardia Nacional cobre víctimas y obre contra los derechos de todo un pueblo que sólo exige libertad y llamado a elecciones para elegir a autoridades que respeten los derechos humanos, las libertades y la democracia; un pueblo que exige la vigencia de la Constitución y la justicia. Es extraño y condenable que se apoye a ese régimen de oprobio y que conculca la vida y derechos del pueblo.
Para la comunidad libre del mundo, existe la sensación de que quienes apoyan a Nicolás Maduro lo hacen porque pretenden imitar las conductas ejercitadas en los últimos tiempos, se rehagan socialismos de extrema izquierda y se implanten las políticas de la antigua URSS, y que aún tienen alguna vigencia en Cuba. Están equivocados quienes creen que los pueblos "admiran" lo que hace el tirano, creen en sus palabras y olvidan que Venezuela, conjuntamente los países democráticos del continente y del mundo, condenan y rechazan ácremente el inmenso daño que se infiere a la patria de Bolívar.
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