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Domingo 11 de junio de 2017

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Revista Dominical

Terrorismo fundamentalista en Estocolmo

11 jun 2017

Por Javier Claure C.

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A lo largo de la historia de la humanidad, todas las sociedades han experimentado cambios culturales, políticos, económicos y sociales. Para citar tan solo algunos ejemplos: el Canal de Panamá ha sido entregado a sus dueños, el comunismo ya no reina en algunos países, se ha caído el Muro de Berlín y Etiopía ha devuelto el puerto de Massawa a Eritrea.

Durante los últimos años ha surgido un fenómeno; el terrorismo fundamentalista con tinte religioso. Esta "violencia sagrada", causó un impacto cruel en algunos países del mundo. Hecho que ha despertado preocupación en ámbitos mediáticos, académicos, políticos, militares y en la opinión pública en general. Sin lugar a dudas se trata de un tema muy complejo, en el que existen muchas variables para analizar.

El terrorismo se bifurca en muchas vertientes. Hay terrorismo internacional como, por ejemplo, la anexión de tierras palestinas a Israel mediante la fuerza bruta, la usurpación del Litoral boliviano y sus inmensas riquezas naturales por parte del Ejército chileno, los bombardeos atómicos sobre Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945. Existe también el terrorismo de extrema derecha como ocurrió en Noruega hace algunos años. Anders Behring Breivik, un hombre rubio de ojos azules, vinculado a ideales neofascistas, mató a 87 personas y dejó a cientos de personas heridas. Fue un atentado fundamentalista. Hay grupos revolucionarios, con ideas seculares, que luchan por cambiar las estructuras de una sociedad injusta y opresora. En la década de los años 70, grupos marxistas capturaban rehenes para conseguir algún objetivo concreto. Este tipo de revolucionarios, no tenían como meta final el suicidio. En el prólogo, del Diario del Che, escrito por Fidel Castro reza: "� un pequeño núcleo enfrentado a condiciones materiales sumamente adversas y a un enemigo infinitamente superior en número, cuando el menor descuido o la más insignificante falta puede resultar fatal". O sea, la pérdida de un solo hombre es una verdadera tragedia para el grupo. Che Guevara escribió en sus apuntes: "El combatiente guerrillero busca arriesgar su propia vida, pero tiene que ser prudente y nunca exponerse innecesariamente".

Por otro lado, los terroristas cuyos programas están impregnados de teorías religiosas. Es decir, dictadas por un líder religioso, tienden a justificar sus actos por razones, muchas veces, incompatibles con la realidad. Acusan a Occidente de todas las desgracias del mundo. Y, por lo tanto, se debe combatir contra "los infieles" utilizando el ascetismo y el suicidio. Se traza una línea de tiempo sin caducidad para actuar en cualquier parte del mundo. No luchan contra un sistema socioeconómico ni político, sino más bien contra una civilización que se comporta contra sus principios. La idea de ser mártir, en el otro mundo, es una bendición, ya que según ellos, se obra en nombre de Dios. Es así que estos terroristas son bombas humanas, capaces de camuflarse entre la multitud, y en el momento menos pensado inmolarse causando el mayor número posible de muertos.

¿Qué objetivos podrían causar estos actos terroristas?

Sin vacilar un segundo: mostrar su capacidad de despliegue en cualquier parte del mundo, potenciar las ideas de su grupo, cundir el pánico entre toda una población, desbaratar la libertad y el sistema democrático de un país.

El terrorismo con camiones en Francia, en Alemania y en Suecia encaja en este contexto, mostrando un método desesperado nunca visto anteriormente.

En realidad, el primer atentado terrorista en Estocolmo sucedió el 11 de diciembre de 2011. Taimour Abdulwahabs llevaba una mochila con una bomba hecha en una olla a presión. Cuando caminaba por las calles centrales de la capital sueca, activó la bomba. Afortunadamente no estalló porque se rompió un cable. El único muerto fue el mismo Abdulwahabs.

El segundo atentado terrorista fue mucho más espantoso. El siete de abril de este año, más exactamente a las 14:53 horas, Rakhmat Akilov de 39 años, padre de cuatro hijos y de nacionalidad uzbeka, arrolló con un camión a muchas personas en la calle peatonal, Drottningatan, en pleno centro de Estocolmo. Era un viernes como cualquier otro, la gente caminaba tranquila por esa calle. De pronto apareció un camión a gran velocidad y con una certera intención de matar al mayor número de gente, logrando cinco muertes y quince personas heridas de gravedad. Unas horas después del atentado, en el sector de Märsta a unos 40 kilómetros del centro de Estocolmo, Akilov fue capturado por la Policía, quien inmediatamente reconoció ser el autor del atentado. Por primera vez en la historia, Estocolmo se convirtió en una ciudad en guerra. Todas las tiendas, colegios, oficinas y lugares públicos se cerraron. Se emitían informativos sin interrupción insistiendo a la población a quedarse en casa. El primer ministro sueco, Stefan Löfven, dijo que Suecia había sido atacada. Médicos y enfermeros socorrían a los heridos. Mientras helicópteros volaban por el cielo buscando al criminal. Policías con ametralladoras y ropa especial trajinaban las calles centrales, los túneles del Metro y lugares sospechosos.

Según el periódico "Aftonbladet", Akilov afirmó en una entrevista: "he matado a los infieles". Además dijo que deben cesar los bombardeos a Siria.

La prensa sueca ha escrito, con lujo de detalles, la vida del terrorista. Es más, algunos periodistas han viajado a Samarkand (Uzbekistán), lugar de nacimiento de Akilov. Allí pudieron constatar que es un hombre divorciado, sus padres habían muerto y su ex mujer trabaja en Turquía. Su única familia son sus cuatro hijos que viven solos en una casa humilde.

Rakhmat Akilov solicitó, al Estado sueco, el permiso de residencia en noviembre de 2014. Después de hacer minuciosas investigaciones, las autoridades suecas negaron su solicitud. Akilov apeló nuevamente, pero sin lograr resultado alguno. El 15 de diciembre de 2016, la Dirección General de Migraciones envió una carta a Akilov indicando que debía abandonar el país dentro de cuatro semanas. Pero no hizo caso, sino más bien se dio a la clandestinidad. De acuerdo a la prensa, algunas personas que le conocían relataron que Akilov trabajaba temporalmente en una empresa constructora. Nunca hablaba de religión. Lo único que deseaba era trabajar más para enviar dinero a sus hijos. Sin embargo, lo echaron del trabajo porque se dormía. Nunca más volvió a trabajar, y cuando uno de sus amigos le preguntó a qué se dedicaba. La respuesta fue: a dormir y a fumar.

Para, Eli Göndör, escritor y experto en asuntos de Medio Oriente; los terroristas religiosos dan una solución rápida a su vida. Y esa solución está relacionada con el fracaso y la frustración. Afirma que no todos los que salen de su terruño alcanzan sus sueños en el país acogedor. La vida en Occidente es totalmente diferente a la de su país de origen. Este hecho puede producir una disonancia cognitiva, especialmente entre los varones. En otras palabras, lo que buscaban con toda su alma y no lo consiguieron, puede transformarse en actos de terror que comprende cuatro puntos (Göndör):

1) Occidente es malo e inmoral, 2) Se debe atacar contra Occidente, 3) Tú como ejecutor eres un elegido ideal, 4) La solución es la violencia

El suicidio, o sea quitarse la vida por cuenta propia, es asociado por la mayoría de la gente con la depresión y enfermedades mentales. No obstante, la correlación que existe entre el suicidio y la depresión o entre una enfermedad mental y el suicidio no siempre es directa. Hay otros factores que conducen al suicidio.

�mile Durkheim (1858 - 1917, Francia) considerado el padre de la sociología, junto a Max Weber y Karl Marx, hizo estudios estadísticos acerca del suicidio. Llegó a la conclusión, entre otras cosas, que el suicidio es menos frecuente en sociedades con una cohesión social fuerte. Es decir, en sociedades donde la familia, el clan, la solidaridad etcétera juegan un papel importante. No niega los estudios psicológicos sobre el suicidio. Más bien lo ve desde otra perspectiva. Para Durkheim, el suicidio es un fenómeno social y, por consiguiente, debe ser analizado desde el punto de vista sociológico. En su libro titulado "El suicidio" publicado en 1897, explica que existe cuatro tipos de suicido: el suicidio anómico, el suicidio fatal, el suicidio egoísta y el suicidio altruista.

Suicidio egoísta: Es aquel que se caracteriza por un individualismo extremo. El individuo no está integrado en la sociedad y crea sus propias leyes, normas y objetivos. No existen lazos fuertes con la sociedad y, por eso, es propenso al suicidio. Los incidentes que pasan en la vida privada del sujeto, que se interpreta como causas para el suicidio, están condicionados por factores sociales.

Suicidio altruista: Es aquel en donde el individuo se quita la vida en honor a un colectivo social. El sujeto se siente totalmente absorbido por el grupo al cual pertenece. Su vida es insignificante. Y, en consecuencia, sigue al pie de la letra los mandatos o exigencias del grupo. El altruista vive aislado porque tiene que cumplir una misión que está fuera de él.

La conducta de Akilov se encuadra en esos dos tipos de suicidio. Es un hombre separado, sus hijos están a miles y miles de kilómetros de él. No tenía trabajo fijo, lo cual indica que era una persona limitada económicamente y estaba buscado por la Policía. En otras palabras, vivía aislado. No era, para nada, una persona asimilada y menos integrada en la sociedad sueca. Probablemente esta situación lo llevó a radicalizarse en una posición susceptible para Occidente. Además, creó sus propias leyes, normas y creencias para aplicarlas en una de las calles peatonales más céntricas de Estocolmo.

Todo terrorista guiado por teorías religiosas es suicida, y esta conducta se ha visto en muchos lugares del mundo. Akilov podía haber muerto por el impacto del choque entre el camión y la fachada del almacén �hlens. Tomando en cuenta todos estos datos, se puede deducir que Akilov se entregó, por completo, a su grupo y a una convicción religiosa. Su vida pasó a ser despreciable, y prefirió seguir las palabras de algún líder que mal interpreta su religión. Y, en efecto, ejecutó su cometido, matando e hiriendo a muchas personas, para alcanzar una supuesta gloria divina en el cielo.

Lo triste de este tipo de actos cometidos por ciertos individuos, cargados de fanatismo y odio, es que han contribuido a que "justos paguen por pecadores".

A esto se suma, la ya existente xenofobia, islamófobia y racismo en Europa. El aumento de intolerancia hacia ciertos grupos se ha hecho aún más visible con el surgimiento de partidos políticos de ultraderecha que atacan, desde todos los ángulos, a las minorías étnicas, religiosas y sociales.

El populismo ultranacionalista va ganando terreno en muchos países europeos, y los partidos de ultraderecha se acomodan en los Parlamentos de Europa. En Suiza, el Partido Popular Suizo goza de 65 asientos, de un total de 200, en el Consejo Nacional. Esto significa que alcanzan el 28% de los votos. El Partido Jobbik de Hungría obtuvo el 20% de los votos en las últimas elecciones, colocándose como la tercera fuerza en el Parlamento. El Partido islamófobo, de Geert Wilders, en Holanda llamado Partido por la Libertad alcanzó el 15,5% del electorado. En Noruega, el Partido del Progreso, del que formó parte el terrorista Anders Behring, obtuvo el 22,9 % de los votos en el Parlamento. El Partido Verdaderos Finlandeses, llegó a conseguir el 19% de los votos parlamentarios en Finlandia. El Partido Popular Danés obtuvo el 13,8 % de los sufragios en las últimas elecciones. En Suecia, el Partido Demócratas de Suecia, con raíces vinculadas al neonazismo, obtuvo el 12,9 % de los votos en el Parlamento en las elecciones del 14 de septiembre de 2014. El Partido Frente Nacional de Francia, liderado por Marine Le Pen, es un emblema de la ultraderecha europea. Y así se podría citar también a otros países.

Las crisis económicas, la vulnerabilidad en los mercados, la corrupción y la inestabilidad política son síntomas que afectan enormemente a una sociedad de bienestar. Y que muchas veces se confunde acusando a las minorías étnicas como "chivos expiatorios" de todos los males y desastres sociales. Muchos periódicos de corte derechista difunden información negativa de ciertas etnias minoritarias. El objetivo es adoctrinar a la población y crear, por ejemplo, prejuicios para no mantener una diversidad religiosa. Una persona inocente con rasgos físicos "no occidentales" y diferente vestimenta, puede ser acusada como sospechosa. Pero es un grave error generalizar a consecuencia de una minoría fanática y extremista. El terrorismo no tiene religión, no tiene raza ni color.

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