En la trama de la pelÃcula, fueron los indÃgenas organizados que descubren que sus mujeres eran sometidas a intervenciones clandestinas. Ignacio y Sixto Mallku, liderizan entonces un movimiento para enfrentarlos, con tan mala suerte que Sixto, vÃctima de una refriega, sale herido y muere en La Paz, ante la indiferencia y falta de ayuda de la sociedad criolla, al intentar curarse.
La ficción se fundió en la realidad en una sola causa; preservar y cuidar la vida desde su inicio, desde la concepción del ser humano en el vientre materno.
HabrÃa que reponer ´Wayar mallku´, viralizarlo en las redes y los cines para sentar conciencia ante la polÃtica abortera del indigenismo de ahora instalado en el gobierno, que atenta contra la vida, contra la cultura del ´suma qamaña´ (vivir bien). No creo que el presidente Morales la haya visto, menos sus diputados y senadores, ni los cocaleros que se creen indÃgenas. Probablemente eran muy niños. Hay que invitarlos a verla. El mensaje de la pelÃcula dice; preservar la vida aún a costa de la nuestra propia.
No hay duda de que esterilizar y abortar no es igual, pero conducen a lo mismo; quitar la vida, lo mismo que no es igual suicidio y eutanasia, pero el resultado es el mismo; la muerte.
El indigenismo abortero es contrario a la vida. Es más brutal que aquel ´Cuerpo de paz´ que querÃa evitar la concepción. Va más allá al plantear el aborto inducido, que significa interrumpir en útero la concepción de la vida. El aborto no es el camino para liberar de la pobreza al paÃs. Es un argumento ingenuo. Desde la fundación de la república vamos escuchando que la pobreza es la causa del atraso. Ni la ejecución por pena de muerte de los violadores podrá sacar al paÃs de la pobreza.
Algunos parlamentarios de la oposición ya lo han dicho. Los planteos de la ley del aborto y pena de muerte a los violadores esconden otras intenciones; desviar la atención del público de la sistemática corrupción que corroe la administración del MAS.
Parece entendible esa postura de los opositores, ya que el indigenismo que nos gastamos hace once años, supera en mucho hasta las polÃticas más imperialistas de Donald Trump. Su vicepresidente, Mike Pence, a inicios de año proclamó la victoria del movimiento antiabortista ante miles de manifestantes en una denominada ´Marcha por la vida´, que cada año tiene lugar en Washington.
(*) Periodista
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