En nuestro paÃs se produce inexorablemente la invasión rural a las ciudades, sin embargo, este fenómeno hay que observarlo detenidamente y productivamente para valorar a las ciudades y al medio rural. Desde que los seres humanos rebasaron los lÃmites de las familias, los clanes y las tribus, para convivir en grupos más amplios y en asentamientos estables. El factor que parece determinar la calidad del hábitat es el volumen.
En lo precitado, nuestro bello paÃs ofrece una naturaleza extraordinaria en todos sus departamentos, para que el citadino pueda comenzar a comprender la cultura del turismo interno, sin necesidad de desplazarse cientos de kilómetros; lo tiene a la vuelta de la esquina y, aunque no posea un coche, los transportes interprovinciales son muy baratos y ofrecen frecuencia regular en sus horarios.
Esta columna no es una apologÃa al turismo interno, pues en cuanto a la presente preocupación por la Naturaleza amenazada, resulta a veces desleal e hipócrita ya que no se ven tantos esfuerzos por devolverla a su estado original, como por convertirla en un bien de utilidad alternativa, encubierta en proyectos turÃsticos o deportivos y supuestos usos bucólicos que tarde o temprano se generalizarán extendiendo la sobreexplotación.
(*) Es abogado, posgrado en Educación Superior e Interculturalidad, doctor honoris causa, docente universitario, escritor.
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