El nombre Charras, en el departamento del Guaviare, en el sudeste del paÃs, era prácticamente desconocido para los colombianos hasta que su territorio, al que se llega por una carretera de tierra en regular estado, fue escogido como una de las 26 zonas de reunión de las FARC para su dejación de armas y desmovilización, un proceso que llena de ilusión a la gente.
"Para nosotros la expectativa es llegar a acabar definitivamente con el tema de la coca, ese es el primordial enfoque que tenemos hoy en el campesinado", asegura a Efe Carlos Coy, un dirigente comunal de la zona.
En los años noventa el cultivo de coca alcanzó un auge tal en la zona que la droga se convirtió en la "moneda" corriente de un sistema de truque en el que el valor de todo se fijaba en gramos del polvo blanco, pero la fumigación de las plantaciones por parte del gobierno los redujo considerablemente, sin llegar a eliminarlos.
El arbusto de la coca se regenera rápidamente y aproximadamente cada 40 dÃas produce nuevas hojas que son recolectadas y vendidas por arrobas por los campesinos, que tienen la planta como única fuente de ingresos.
Este campesino, viudo y padre de dos hijos de once y siete años de edad, recorrió a caballo un camino durante cuatro horas desde Unión de Buenos Aires, donde vive, hasta Charras, para escuchar al presidente Juan Manuel Santos que esta semana visitó el caserÃo para presentar el programa "Sustitución voluntaria de cultivos ilÃcitos".
Lo mismo espera Robinson, quien llegó de la vereda Caño Negro y aguarda con unos amigos en una casa, al lado de los billares del pueblo, la hora en que hablará el presidente, pero quiere propuestas concretas.
La prosperidad efÃmera que tuvieron con la coca y la violencia que ese negocio engendra han convencido a la gente de la zona de que es mejor lo legal, un cambio para el que esperan el apoyo del gobierno y no piden mucho: una buena carretera, que les ayuden a comercializar sus productos, profesores en la escuela y dotación para el puesto de salud.
"Tenemos cultivos como cacao, maracuyá, yuca... pero necesitamos el apoyo del gobierno nacional para la comercialización. Como campesinos estamos dispuestos a sembrar y producir porque esta tierra es apta para producir lo que sea", afirma Coy.
El lÃder campesino lamenta que aunque en Charras se producen yuca y plátano en abundancia, en la zona veredal donde está el campamento del Mecanismo de Monitoreo y Verificación (MM&V) del alto el fuego, integrado por miembros de la ONU, la fuerza pública y las FARC, no les compran esos productos sino que los traen de Villavicencio e incluso de Bogotá.
"Estamos pidiendo la oportunidad de que nos compren los productos que se producen en esta región", afirma, y concluye con un llamado al gobierno: "Que centre los ojos en el Guaviare, en nosotros los campesinos que hoy queremos salir de la ilegalidad".
Fuente: Charras/Colombia, (EFE)
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