No basta que el catedrático universitario sea solamente enseñante, aunque es imprescindible que ejerza esta condición con competencia y dignidad en la formación de aquellos que más tarde se incardinarán en la vida profesional y cientÃfica, sino que es su misión la de percibir con singular atención las vocaciones de los que quieran seguir la docencia y estimularlas.
Ser consciente que el catedrático al más alto nivel de su función, ha de crear a su vez, nuevos maestros, exige en el clima superior universitario que el docente tenga una acendrada vocación investigadora para que el binomio enseñanza-aprendizaje, al cual deberÃa añadirse la investigación para que se transforme en una trilogÃa, se revelen nuevos valores como peldaños de una escalera. La categorÃa humana del Catedrático es condicionante excepcional en el acontecer universitario que lo inclina a ser formador de buenos profesionales con proclividad a saber más allá de lo rutinario y animador-creador de una acusada tendencia cientÃfica en los estudiantes.
Se debe lograr lo esencial en las funciones del catedrático, que se resumen en: gestión, profesorado (enseñanza-docencia), investigación y la más noble: su calidad de maestro.
En el catedrático-gestor se concentra un equipo de trabajo con actividades docentes e investigadoras. En ellas se incluyen, además del catedrático, los profesores titulares, ayudantes y personal administrativo, que constituyen sus recursos humanos y los materiales son las oficinas, instalaciones, equipos audiovisuales, acervo bibliográfico y ciertos fondos financieros. La cátedra es una pequeña empresa inserta en otra mayor cual es la universidad, donde surgen los clásicos problemas de gestión como ser la planificación, organización, coordinación, recursos y relaciones con las instituciones universitarias y otros. Aquello clarifica que los que prestan el servicio de enseñanza son los profesores, mientras que los usuarios son, en estricto sentido, los estudiantes y estos tienen el derecho de exigir que el servicio se desarrolle de la manera más eficiente posible y que la enseñanza se imparta en óptima forma, asà el catedrático no podrá declinar su responsabilidad en los aspectos precitados que le exigen amplio sentido de previsión y organización, capacidad de mando, tacto, decoro y discreción.
En el catedrático-profesor emana la docencia como su función más caracterÃstica, la más destacada y la más exigible al Catedrático, independiente de su conocimiento digno y de nivel adecuado de la disciplina o materia, de su lugar en el conjunto de ciencias, de su evolución, sus relaciones con las demás ciencias y sus aplicaciones, el catedrático deberá disponer de unas elementales condiciones pedagógicas, capacidad para la comunicación oral y escrita y aptitudes en el trato y relaciones humanas. Aquà se debe reconocer que no hay normas concretas ni fijas sobre lo que es perfecto en la enseñanza como le sucede a la conducta moral, porque lo mejor en la vida humana es siempre lo que sea eficaz, y esta cualidad no depende de las normas sino del modo de aplicarlas que ingresa al ámbito humano; asà un plan de enseñanza irreprochable en manos de un profesor incapaz no sirve para nada, ni las mejores leyes son útiles cuando las aplica un juez incompetente.
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