Se trata de una orden presidencial del Capitán de las FF.AA. de la Nación para que sea establecida una presencia real de nuestro ejército, pero también de la fuerza policial, en una parte de la amplia frontera boliviana en el caso presente en los límites que nos separan del Brasil y Paraguay.
Sucede que en el último tiempo se han detectado grandes operaciones del narcotráfico y hasta tráfico de armas, poniendo en evidencia la carencia de control fronterizo por parte de los organismos encargados de esa específica misión como las instituciones militares y policiales, respectivamente.
Mucho se habla de las obligaciones que deberían cumplir los militares en el cuidado de nuestra territorialidad, hecho que no se cumple al observar con evidente alarma que no existe infraestructura adecuada en la extensa zona fronteriza boliviana, lo que sirve para que desde los países vecinos se alienten hechos delictivos, irregulares y peligrosos sabiendo que no existen controles de frontera y los más cercanos en ciertos sitios del país se encuentran a pocos kilómetros al interior de nuestra jurisdicción territorial, por tanto inoperantes en el control directo del contrabando y el tráfico de drogas y armas.
Hay aspectos que seguramente están en agendas del Ejecutivo, como en las de jefes militares y policiales, remarcando los “casuales” operativos para desbaratar bandas de narcotraficantes. Otra es la historia del negocio de armas introducidas al país, como ya no es novedad hablar de cuantioso contrabando de variada mercadería, desde productos suntuarios hasta chucherías de bazar, por supuesto produciendo rusticada alarma por su frecuencia y volumen.
Hay otro fenómeno que daña nuestra soberanía y afecta nuestras reservas de recursos minerales, es la penetración de extranjeros en la zona fronteriza con el Perú, donde tampoco hay control fronterizo y desde donde se saca oro boliviano en considerable cantidad.
A propósito del brillante oro que sale a través de nuestra despoblada frontera, también otro factor altamente negativo es el contrabando extractivo que a vista y paciencia de pocos policías, mal pertrechados y mal pagados se realiza por ejemplo con miles de garrafas de gas licuado, convirtiéndose el asunto en un súper negocio para los contrabandistas de “este lado” que añaden a sus ilegales operaciones, algunos productos comestibles como arroz y azúcar y hasta ropa usada en fardos.
Es la verdadera lacra del contrabando, del narcotráfico y el comercio de armas que se produce por la falta de presencia militar y policial en nuestras fronteras totalmente desguarnecidas y donde debería crearse la moderna infraestructura castrense que permita la presencia militar y policial de Bolivia.
Lo que siempre ha reclamado la ciudadanía es que los efectivos de las FF.AA. deben acantonarse en cómodos cuarteles fronterizos, debidamente equipados logísticamente para el cumplimiento de sus operaciones rutinarias de cuidar la soberanía nacional y evitar el tráfico de droga, contrabando de mercaderías y de armas, en fin…evitar que los delincuentes aprovechen el pobre equipamiento fronterizo de nuestro país para sus fechorías.
La orden fue dada, ahora corresponde su cumplimiento, lógicamente instruyendo de manera paralela la construcción de los recintos cuartelarios necesarios para albergar a los guardianes de la heredad. Es la manera en que debe encararse el tema de reforzar la extensa frontera boliviana.
Fuente: LA PATRIA
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