Dios "se refugia" en una pequeña ermita en medio de la inmensa Antártida
28 may 2017
Por: Júlia Talarn Rabascall
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Entre la densa niebla que abraza la base cientÃfica rusa Bellingshausen sobresale las ornamentadas cúpulas de la ermita de Santa Trinidad, la iglesia ortodoxa más austral del planeta.
Desde entonces, sacerdotes de ese paÃs se turnan para vivir durante algunos años en esta planicie desolada para oficiar misa y apoyar espiritualmente a la treintena de trabajadores que habita la estación Bellingshausen.
"La Antártida ofrece la oportunidad de conocerse mejor a uno mismo y acercarse mucho más a Dios", dice a Efe el religioso quien asegura que en este rincón helado del planeta ha encontrado "la pura verdad".
Palladium -su nombre de sacerdocio- luce un una sotana negra y una barba frondosa, habla despacio con la cadencia de un sabio anciano pero se mueve con la rapidez propia de su edad, que no debe sobrepasar los 35.
Este es su cuarto año en este lugar, donde no hay "televisión, internet o estereotipos", aquÃ, dice, sólo hay espacio para el silencio y la tranquilidad.
Para el visitante, adentrarse a la pequeña iglesia es como penetrar en un mundo que invita a la introspección, en el que los cantos gregorianos se mezclan con el balsámico aroma de cedro y el humo de las velas.
A su parecer, ello justifica la existencia del templo en ese paraje solitario, solo colonizado por algunos pingüinos y diversas congregaciones de lobos marinos.
"La iglesia ejerce como un llamado al corazón. La gente que llega a la isla quiere conocerla y eso es una oportunidad para abrir la religión ortodoxa al mundo", señala.
El templo fue construido especÃficamente para resistir las extremas condiciones climáticas que azotan la isla situada frente a la PenÃnsula Antártica.
Su estructura piramidal y unas grandes cadenas amarradas en el suelo permite que el templo soporte el embate de los fuertes vientos que soplan en esas latitudes, donde se ha llegado a registrar rachas de más de 150 kilómetros por hora.
De los siete lugares de culto que hay repartidos por el continente antártico, el de la Santa Trinidad es el único dedicado al cristianismo ortodoxo ruso.
"Creo que este lugar tiene una energÃa muy especial. Aquà no hay lugar para la hipocresÃa, la Antártida es pura sinceridad. De ahà que esta pequeña iglesia sea tan poderosa", concluye Palladium.
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